ESTRENO MUNDIALAunque James Cameron se empeñe en defender que es "sólo cine", a nadie escapa que 'Avatar', la superproducción con la que el director de Titanic regresa al ruedo, es una nueva forma de entender, y sobre todo de ver, el Séptimo Arte.
Foto de publicidad de la película de James Cameron, "Avatar"
El chorro de millones que ha costado Avatar--con promoción incluida podría superar los 400 millones de dólares-- y la década larga que el proyecto lleva en la cabeza de Cameron han servido para alumbrar un espectáculo único. Una fábula ecologista rodada en tres dimensiones con un marcado mensaje antiimperialista. Un relato aderezado además con una bella historia de amor y, sobre todo, con unos paisajes y criaturas sencillamente asombrosas.
¿Por qué tanto entusiasmo? Cierto es que el cine en 3D no es ni mucho menos nuevo. Lo que sí es nuevo es el partido que consigue sacarle Cameron. El armonioso y casi perfecto ensamblaje que consigue entre la historia y los portentos tecnológicos con los que salpica muchas de las escenas de la cinta.
Cierto es también que en las dos horas y media de metraje de Avatar puede haber momentos en los que la historia no avanza a un ritmo vivo... pero, sinceramente, da lo mismo. La sensación de estar ante algo nunca visto en una pantalla de cine, de estar dentro de Pandora, el maravilloso planeta ideado por Cameron, no dan oportunidad al aburrimiento.
En la que puede ser la película del año encontraremos místicos nativos azules de tres metros con rasgos que se mueven entre lo humano y lo felino, trepidantes persecuciones por una selva salvaje poblada por criaturas a medio camino entre Jurasic Park y Alien, vuelos entre montañas flotantes a lomos de gigantescos reptiles alados... Pero lo que deja literalmente pasmado al espectador son los planos nocturnos de Pandora, con increíbles seres reflectantes, plantas fluorescentes que se iluminan al tocarse y un sinfín de detalles que, gracias a la proyección en 3D, ven multiplicado su impacto en el respetable.¿ES SOLO CINE?
Actores moviéndose ante un escenario verde y vacío forrados de licra con centenares de sensores para atrapar sus movimientos mientras decenas de cámaras captan cada uno de sus gestos para convertirlos al lenguaje binario. Una nueva forma de rodar, totalmente opuesta a lo que hizo en Titanic, aunque Cameron defienda que tanto una como otra sean sólo cine. "Es completamente cine, pero creo que el cine se redefine a sí mismo cada ciertos años con las nuevas técnicas", afirmó Cameron durante la premiere en París de la cinta.
El mayor reto para él, según confesó, era conseguir que los efectos especiales y la tecnología no acapararan todo el protagonismo, que no sobrepasaran la historia, desconectando al público y convirtiéndose en el eje central de toda la película. Y a juzgar por lo que dice el elenco no fue un reto fácil de superar. "La tecnología del rodaje fue más de ciencia ficción que la propia historia", renoció Sigourney Weaver, estrella con Cameron en la saga Alien y que en esta ocasión interpreta a una científica.
Pero el verdadero veredicto se dictará a partir del próximo día 18 de diciembre. Será la taquilla la que decida, las cifras serán quienes determinen si las gafas bicolor son el bastón en el que Hollywood deberá apoyarse en los próximos años, si Cameron y su Avatar han marcado el principio de una nueva era.
fuente: adn.es
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