4/5/12

Robert Redford: la voz de la leyenda

El reconocido actor vuelve a la dirección con The Conspirator,  película estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto, Canadá
El actor Robert Redford, quien ha asumido el rol de director nueve veces a lo largo de su carrera. Cortesía: Lions Gate y Romar Media.fuente:elespectador.com
Como una leyenda viva, el nombre de Robert Redford ya forma parte de la mejor historia del cine. Y el solo hecho de entrevistarlo justifica viajar especialmente hasta Toronto, Canadá, donde exhibió por primera vez la película The Conspirator, aunque para el resto del mundo todavía no tenga fecha de estreno. Él ni siquiera aparece en cámaras porque, al menos por esta vez, sólo prefirió ocuparse del rol como director y productor para contar su propia versión de la supuesta conspiración detrás del asesinato de Abraham Lincoln.
¿Es verdad que alguna vez dijo: “Como director no me apreciaría tanto como actor, y como actor no me apreciaría tanto como director”?
Es genial, pero no lo dije.
¿Pero es cierto?
Lo cierto es que yo no lo dije. No sé de dónde habrá salido. Parece una locura. No sé dónde habré estado en ese momento, pero debe haber alguna prueba que verifique que estaba en otro lado, seguro. No creo que yo lo haya dicho. No tiene sentido.
¿Tampoco es tan solitario como dicen?
Es un rumor que llevo sobre los hombros desde que me mudé a Utah. Como todos seguían viviendo en Hollywood, yo era el solitario. Pero no lo soy, me encanta estar rodeado de personas y amigos. Es cierto que luché por cuidar mi privacidad durante mucho tiempo. Y supongo que trabajé tanto para conservarla que terminé cansándome y las cosas resultaron mucho más fáciles, no hace mucho, cuando acepté que mi profesión supone la atracción por lo personal.
¿Y en cuanto a la atracción física? ¿Al mirarse al espejo entiende a las millones de mujeres que han soñado con usted?
Si algo aprendí de mi familia fue evitar los halagos en primera persona. Me criaron con cierta ética en la que el narcisismo y el egocentrismo nunca fueron bienvenidos.
¿Pero al menos le agradan los elogios en tercera persona cuando vienen de las mujeres?
Hoy, con la edad que tengo, puedo decir que sí me halagan. Si el placer es mutuo, mejor todavía. Pero no era así hace veinte o siquiera diez años atrás. Supongo que el cambio tiene que ver con la madurez y el hecho de poder celebrar lo que significo para la gente, en vez de tratar de negarlo o pedir perdón por caerle bien a alguien.
En las playas de Santa Mónica nació Charles Robert Redford Jr., el 18 de agosto de 1936. El padre solía trabajar como contador de la petrolera Standard Oil y la madre, Martha Hart, ya había fallecido justo cuando Bobby Redford empezó a estudiar actuación en la Academia Americana de Artes Dramáticas en Nueva York.
Robert Redford ni siquiera había tenido sus primeros trabajos profesionales como actor, cuando se casó en 1958 con Lola Van Wagenen, la madre de sus cuatro hijos (el mayor, Scott, falleció de bebé por muerte súbita; la siguiente, Shauna, ya lo convirtió en abuelo; el tercero, Jamie, hoy es guionista, y la menor, Amy, es actriz).
En el perfil profesional, Robert Redford debutó como actor en un programa de juegos de TV, en el que se suponía que tenía que cobrar 75 dólares, aunque prefirió aceptar a cambio una de las cañas de pescar que entregaban como premio.
Los roles fueron mejorando con las series de TV más conocidas de la época, como Maverick, Perry Mason, Los intocables y Route 66. Pero la fama, en realidad, llegó bastante tarde, cuando a los 32 años protagonizó la película Dos hombres y un destino.
Comparable con la popularidad actual de Brad Pitt o George Clooney juntos, Redford generó una lista interminable de éxitos con las películas El golpe, Nuestros años felices, El gran Gatsby, Los tres días del Cóndor, Todos los hombres del presidente, El novato, África mía, Propuesta indecente o Juego de espías, por sólo nombrar algunas. (En la época de la película El novato, también se divorció de Lola Van Wagenen y recién el 11 de julio del 2009 se casó con la pintora Sibylle Szaggars, aunque desde hacía cinco años vivían juntos).
Perseguido por el éxito, la primera vez que decidió dirigir una película, con Gente corriente, Robert Redford terminó ganando el Óscar como mejor director, además de recibir una segunda nominación por dirigir la película El dilema. En 2002 le entregaron un Oscar honorario por haber creado el prestigioso Festival de Cine Sundance. Esta vez eligió otro festival de cine, en Canadá, para estrenar la película The Conspirator.
¿Qué lo llevó a filmar hoy una historia como el asesinato de Abraham Lincoln en la película ‘The Conspirator’?
Lo más importante es que la historia en sí misma es algo que muy pocos conocen. Hablo de lo que realmente pasó dentro de lo que ya se sabe sobre el asesinato de Lincoln. El tema de la supuesta conspiración, poca gente la conoce.
Lo que intenta revivir Robert Redford con la película The Conspirator es la verdad detrás de la única mujer que fue acusada de la conspiración detrás del asesinato de Lincoln. La película también muestra cómo la ‘conspiradora’ acusada, con todo el país en contra, sólo pudo confiar en su abogado, descubriendo que la posible inocencia era sólo una carnada para capturar al único conspirador que escapó de la justicia: su hijo.
El elenco lo componen Justin Long (el novio de Drew Barrymore, para más datos); James McAvoy (el escocés de Se busca) y Kevin Kline (en un rol muy diferente al de La pantera rosa). El papel protagónico es de Robin Wright.
A la hora de elegir el elenco, ¿tuvo que pensar en aquellos que podían tener cierto ‘look’ de aquella época o influyeron otras razones?
Uno de los grandes desafíos era lograr el sonido como una proclamación, con gente hablando con cierta postura, sin que sonara como alguien que lee forzado. Y por otro lado, necesitábamos ser auténticos sobre el estilo que se hablaba en aquel entonces. Yo tuve que encontrar el balance también en el nivel personal, con la libertad del idioma. ¿Cómo podía mostrar los personajes lo más reales posible? Haciéndolos contemporáneos, al mismo tiempo que daba cierta legitimidad a la forma diferente de hablar. Por eso pensé en acentos europeos, porque en aquel entonces todavía no existía una gran separación de nuestra cultura con Europa.
¿Cómo llegó a pensar en Robin Wright para el rol estelar de la conspiradora? ¿Hubo algunas otras opciones que descartó o ella fue siempre su primera elección?
Yo siempre quise a Robin Wright como protagonista. También James McAvoy. Fueron mis primeras opciones y yo mismo los llamé y vinieron. Eran actores a quienes les interesaba el rol, pero también eran los que a mí me interesaban.
¿Y Kevin Kline?
A Kevin Kline le dije que su personaje me parecía maravilloso y que no sería tan bueno si no le dábamos un punto de vista expresado claramente. Quisimos mostrar una historia legítima, pero también queríamos mantener cierta simpleza, sin pasarnos a un lado propagandista. Como en el final cuando decimos: “En tiempos de guerra, la ley sigue al silencio”. Es un tema para debatir, pero yo quise mostrar el problema que surge cuando el interés nacional (de encontrar un culpable) se vuelve un interés especial y la moral termina distorsionándose.
¿Ser el productor de la película facilita o complica su trabajo como director?
El desafío pasa por el trabajo físico, con el presupuesto tan bajo que tuvimos. Significa que los horarios del rodaje también estaban ajustados y por eso necesitaba trabajar con actores lo suficientemente buenos como para responder en los momentos emotivos importantes. Yo siempre prejuzgo las actuaciones. Son ellos los que le van a dar vida a la historia, y como era una película muy personal, queríamos que lo fuera todavía más dándole una resonancia emocional que quedó en manos de los actores. Y pienso que este elenco es muy bueno. No puedo estar más satisfecho con el excelente trabajo que hicieron.
¿Cómo evita que sus propias ideas políticas no choquen con la verdadera historia del asesinato de Lincoln?
En este caso tuve cierta bendición porque no tuve que hacer nada. Todo estaba planteado por los hechos históricos. A lo mejor, en películas anteriores, pude haber forzado algún punto, políticamente hablando. Pero esta vez no fue necesario. La historia tiene una serie de vueltas. Nos vamos repitiendo. Ahora mismo vivimos en una confusa condición, con ansiedades y miedo. Y lo mismo pasó 150 años atrás. Pero la historia siempre se repite. No tuve que buscar ninguna propaganda o ciertos aspectos políticos. Ya estaban ahí. El público se encargará de sacar sus propias conclusiones. A mí sólo me interesó la historia personal. La política, para mí sólo pasaba por esa persona (acusada de la conspiración). Por eso no ocupé mi mente en el otro aspecto, porque ya estaba dado con los hechos históricos.
¿Lo sorprenden los paralelos que existen entre aquella época y la actualidad?
Es otra razón por la cual quería hacer esta película. Los paralelos que existen entre ayer y hoy son obvios. Pero esa no es la historia que queríamos contar. Será cuestión de ver si los críticos o el público los descubren por sí solos. Nosotros no necesitamos contar nada nuevo. La historia ya se ocupó de eso.