13/12/09

Álvaro Brechner: «Onetti es un autor inadaptable»

El director uruguayo (Montevideo, 1976) acaba de estrenar en España su ópera prima, ‘Mal día para pescar’, que adapta el relato corto de Juan Carlos Onetti ‘Jacob y el otro’.

Álvaro Brechner.
Álvaro Brechner.

–¿Qué le atrajo del relato de Onetti?
–Me fascinan sus dos personajes, dos seres desarraigados, que siguen anclados en una Europa mítica aunque deambulan por la Suramérica más recóndita. Solo se tienen el uno al otro, y recordar glorias pasadas es su única razón para seguir existiendo. Necesitan creer, aferrarse a algo, y ese patetismo me parece precioso. Poseen ese punto quijotesco que fascinaba a Buñuel, porque la realidad que viven no tiene nada que ver con la retórica que formulan.

–¿Cuánto ha quedado en la adaptación del universo de Onetti?

–Nos hemos tomado algunas libertades para dar a la película el tono personal que queríamos. Siempre he pensado que si uno no tiene mucho que aportar a una obra literaria no debería adaptarla, especialmente si se trata de una joyita como Jacob y el otro. Onetti es un autor tan integral y completo que resulta inadaptable. Su prosa es cine en sí misma.

–Una de las libertades que se ha tomado es convertir Mal día para pescar en algo así como un wéstern crepuscular.
–Las referencias son muy obvias: el duelo final, el saloon... Creo que el componente crepuscular es intrínseco al género, porque son historias míticas de hombres frente a su destino, de amaneceres y atardeceres, de la cercanía a la muerte. Todo eso le iba muy bien a mi historia.

–¿Se siente reflejado de algún modo en la peripecia de Orsini y Jacob?

–Me he sentido infinitas veces como el forzudo Jacob y otras tantas como el buscavidas Orsini. Para enfrentarte a una producción de este tipo, especialmente si eres novato, necesitas creer que la fantasía es posible. Como ellos, me encontrado muchas veces confiando que iba a llegar un dinero, el suficiente para cumplir mi sueño, y al final nunca llegaba.

–¿Cuántas veces se planteó tirar la toalla?
–Muchas. Hacer una película es como parir un dinosaurio, algo gigantesco. Es curioso, porque se supone que el director posee el control de todo, pero yo no me sentí guiando, sino descubriendo, haciendo camino al andar.

NANDO SALVÀ/ El Periódico de Catalunya

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