27/3/14

Italia se queda sin su fábrica de sueños

 Más de tres mil  películas han sido rodadas en los legendarios estudios Cinecittà de Roma, fundados por Mussolini, que están a punto desaparecer tras una larga crisis.     El mundo del cine se ha movilizado para evitar que las instalaciones sean desmanteladas para edificar un gran complejo comercial

Audrey Hepburn y Gregory Peck en Vacaciones en Roma, rodada en Cinecittà en 1953./elmundo.es
Son más de tres mil las películas que se han rodado en Cinecittà, los míticos estudios situados en el número 1055 de la Via Tuscolana de Roma. Pero ninguna tan dramática como el filme, con ribetes bélicos y a veces incluso tintes de terror, que tiene como protagonista el destino de esa estructura histórica por la que han pasado estrellas como Gregory Peck, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Frank Sinatra, Kirk Douglas, Liz Taylor o Richard Burton y directores como Federico Fellini, Luchino Visconti, Vittorio De Sica, Robert Wise, Joseph Mankiewicz, William Wyler, Francis Ford Coppola o Martin Scorsese. Por citar sólo unos cuantos.
En estos momentos Cinecittà no sólo se encuentra a años luz de sus días dorados, sino que languidece irremediablemente, dejada de lado por la industria del celuloide y tirando a duras penas de producciones de televisión como el 'Gran Hermano' italiano. Sigue siendo de propiedad estatal, pero desde hace unos 15 años su gestión está en manos privadas. Y son esas manos las que ahora le podrían asestar la puñalada final a través de un maquiavélico proyecto para levantar en sus 400.000 metros cuadrados de instalaciones hoteles, restaurantes, gimnasios, un centro de belleza, piscinas y un gigantesco aparcamiento subterráneo.
Hace sólo unos días un centenar de personas, con el cineasta Ettore Scola al frente, protestaron ante la sede del Ministerio de Cultura en Roma contra los planes de convertir a Cinecittà en una especie de Disneylandia y poner de ese modo el "The End" a sus 77 años de historia como estudios de cine. Porque fue el 28 de abril de 1937 cuando Mussolini inauguró los estudios de Via Tuscolana, sólo un año después de que Il Duce en persona decretara su fundación y colocara la primera piedra de un proyecto que inicialmente era megalómano (incluía por ejemplo un complejo residencial para que en el mismo vivieran los técnicos y demás empleados). Al fin y al cabo el cine fue uno de los principales elementos de la propaganda fascista, y en Cinecittà se rodaron varias películas de ese tipo, exactamente 17. Pero sobre todo se hicieron muchas comedias, dramas y películas de amor que lograron importantes éxitos de taquilla. Sólo en 1937 se produjeron en los estudios 19 filmes.

Exterior. Guerra

El estallido de la II Guerra Mundial y la caída del régimen de Mussolini pusieron fin a aquel incipiente despegue de Cinecittà. En 1943 los estudios fueron saqueados por las tropas alemanas, que se llevaron a Berlín 16 vagones repletos de material técnico y de decorados. Los 1.200 empleados con que entonces contaba Cinecittà (hoy son unos 200) fueron enviados a casa. Y un par de años más tarde los estudios resultaron gravemente afectados por los bombardeos aliados contra los nazis, que habían tomado la ciudad. Los alemanes ocuparon Cinecittà y la utilizaron como campo de concentración de civiles. Tras la liberación de Roma, los estudios dieron cobijo a cientos de personas que se habían quedado sin casa e incluso acogieron un hospital.
Pero la clausura de Cinecittà, que sólo en 1947 volvió a abrir sus puertas a las producciones cinematográficas, tuvo un efecto fundamental en la historia del séptimo arte. A falta de estudios, los cineastas italianos se vieron obligados a rodar en exteriores, lo que propició el nacimiento del neorrealismo. Son los años de 'Roma città aperta' (1945), de Roberto Rossellini (quien antes de la guerra se había estrenado como cineasta rodando en Cinecittà tres películas de propaganda fascista), y de otras cintas que contaban la Italia malherida por la guerra y que lloraba a sus muertos.
A partir de 1947 los cineastas italianos comenzaron lentamente a volver a rodar en Cinecittà. Incluidos los exponentes del neorrealismo. Pero el gran despegue de los estudios tuvo lugar a partir de los años 50, cuando al lince de Giulio Andreotti, entonces secretario de Estado de Cultura, se le ocurrió en 1949 ofrecer suculentas subvenciones a la industria del cine a fin de reactivar Cinecittà. Atraídos por esas ayudas, por los bajos costos, por la fascinación de Roma y por la maestría de los artesanos de Cinecittà ("Descienden directamente de Miguel Ángel", en palabras del productor Michael Hausman), numerosos directores de Hollywood comenzaron a rodar en Roma. Henry King realizó en 1949 'Príncipe de los zorros', con Tyrone Power y Orson Welles como protagonistas. Pero la primera gran superproducción que se hizo en los estudios de la Via Tuscolana fue 'Quo Vadis?' (1951), de Mervyn Le Roy, el filme que por sus imponentes dimensiones dio el pistoletazo de salida a la era dorada de Cinecittà. Por cierto, que a las pruebas como extra de 'Quo Vadis?' se presentó una jovencita llamada Sofia Scicolone, que más tarde se haría famosa con el nombre de Sophia Loren.

La época dorada y 'La dolce vita'

Aproximadamente 15 años duró esa época dorada de Roma, en la que la ciudad se llenó de estrellas, de fiestas despendoladas, de 'paparazzi' a la caza de famosos, de risas, de ríos de dinero, de escándalos... Roma se ganó el sobrenombre de "la Hollywood a orillas del Tíber" y 27 películas de importante producción fueron rodadas en ese periodo en Cinecittà, películas que de media echaban mano de unos 1.500 extras al día. No le faltaba razón a Andreotti cuando dijo aquello de que 'Quo Vadis?' había hecho más por Roma que el plan Marshall... A día de hoy, 'Cleopatra', dirigida en 1963 por Joseph L. Mankiewicz y rodada en Cinecittà, pasa por ser uno de los filmes más caros de la historia del cine, hasta el punto de que casi llevó a la bancarrota a la 20th Century Fox. Costó la friolera de 44 millones de dólares de entonces, el equivalente a unos 232 millones de euros de hoy en día.
Aspecto de Cineccittà durante el rodaje de Cleopatra.

Para la capital italiana, Cinecittà se convirtió en el equivalente a las grandes fábricas del norte de Italia que daban trabajo a numerosa mano de obra. Ya en 'Bellisima' (1951) Luchino Visconti mostraba a un grupo de madres desesperadas (entre las que se encontraba Anna Magnani) dispuesta a lo que fuera con tal de conseguir que su hija se llevara el papel de pequeña protagonista de un filme. Y Fellini, por su parte, plasmó en 'La dolce vita' (1960) la locura de Roma en esa época a caballo entre los años 50 y 60 en la que el cine salió de los estudios para invadir las calles de la ciudad, transformando Via Veneto en una sucursal de Cinecittà y convirtiendo a la capital italiana en capital internacional del cine. Fellini acabó siendo el director más fiel a Cinecittà, donde trabajó durante más de 20 años y donde realizó todas sus películas importantes. Al morir en 1993, su capilla ardiente fue instalada precisamente en el estudio número 5 de Cinecittà, aún hoy el más grande de Europa con sus 2.873,04 metros cuadrados y el preferido del maestro.
Para Cinecittà, aquellos fueron los años dorados de 'Vacaciones en Roma', de 'La condesa descalza', de 'Guerra y paz', de 'Adiós a las armas', de 'Cleopatra', de 'Ben Hur', de 'Sodoma y Gomorra'... En Roma desembarcaron grandes estrellas y directores como Mervyn LeRoy, Willy Wyler, Robert Aldrich, Kirk Douglas, Richard Burton, Liz Taylor, King Vidor, Gregory Peck, Audrey Hepburn...

La ciudad favorita de Audrey

"Cada ciudad, en su estilo, es inolvidable. Pero si me preguntan cuál es mi preferida, diría que Roma", confesó Audrey Hepburn, que rodó en la Hollywood a orillas del Tíber tres 'pelis' -'Vacaciones en Roma' (1953), de William Wyler; 'Guerra y Paz' (1956) con King Vidor como director e 'Historia de una monja' (1959)- y que tras casarse en 1969 con el psiquiatra romano Andrea Dotti decidió aparcar su carrera de actriz y vivir 20 años en la Ciudad Eterna.
Al rebufo de las grandes producciones cinematográficas, Cinecittà se convirtió en escenario de muchos filmes de sandalias, como los romanos bautizaron con su inconfundible sentido del humor a las numerosas películas de histórico-mitológicas que se grabaron en Roma. Durante esos 15 años de gloria, unos 150 filmes de epopeya fueron producidos en Cinecittà. Pero los gustos del público cambiaron y el filón de las epopeyas mitológicas se agotó. Cinecittà se reinventó gracias a los 'spaghetti-westerns', un género que arranca de la mano de Sergio Leone con 'Por un puñado de dólares' en 1964.
Los años 70 y la llegada de la televisión comenzaron a marcar el réquiem de las salas de cine y de Cinecittà. En Cineccità en los últimos años se han grabado pocas películas, la más importante sin duda 'Gangs of New York', de Martin Scorsese. Los estudios sobreviven a duras penas gracias a la televisión y a programas como 'Grande Fratello', la versión italiana de 'Gran Hermano'. Y encima, en los últimos años se han registrado varios incendios en Cinecittà, desde uno en pleno agosto de 2007 que destruyó unos 4.000 metros cuadrados del complejo a otro en 2013 que arrasó completamente la casa en la que se desarrollaba 'Gran Hermano'.
Los malpensados aseguran que esos incendios han sido provocados y forman parte de una estrategia para acabar con los estudios de cine y aprovechar los vastos terrenos de Cinecittà para inversiones inmobiliarias. Pero nadie sabe cómo acabará esta película. Como mandan las reglas del gran cine, el suspense se mantendrá hasta el final.

3/3/14

Muere Alain Resnais, gigante del cine francés

El director de Hiroshima mon amour El año pasado en Marienbad  ha fallecido en París.  A sus 91 años tenía una de las filmografías más importantes del cine europeo

Alain Resnais fotografiado en el festival de Cannes en 2012. / Reuters./elpais.com
Alain Resnais, decano de la Nouvelle Vague, movimiento al que no perteneció plenamente (como Agnés Varda, Jaques Demy o Chris Marker estaba más cerca de la llamada corriente de la Rive Gauche ) ha muerto en París a los 91 años. Tras él queda una filmografía repleta de títulos memorables, como Hiroshima mon amour, La guerra ha terminado u On connait la chanson. Hombre inclasificable y de contagiosa vitalidad, trabajó mucho más allá de la jubilación.
Resnais no ha cesado de experimentar a lo largo de su dilatada y prestigiosa carrera. Inclasificable, constantemente revolucionando el séptimo arte, acababa de recibir el premio Adolf Bauer en el festival Berlín, el que recompensa las obras que “abren nuevas perspectivas” al cine por su último trabajo, Amar, beber, cantar , que saldrá en las salas francesas a finales de mes. El cineasta, que preparaba ya su próxima película, murió a los 91 años el sábado por la noche, al día siguiente de la gala de los César, un galardón que recibió hasta en cinco ocasiones.
Resnais era la encarnación misma del cine francés, capaz de aunar una “inmensa popularidad con una notable exigencia artística”, según destacó en la radio pública la ministra de Cultura, Aurélie Filippetti. “Siempre estaba allí donde no se le esperaba (…) Incluso a los 91 años sabía abrir nuevas vías”, añadió, en referencia a su último trabajo. “Francia ha perdido a uno de sus mayores cineastas”, lamentó por su parte el presidente François Hollande. “Recibió todas las distinciones y todos los premios. Pero lo que contaba para él, siempre era la próxima creación”, concluyó.
Alain Resnais y Ellen Burstyn en el rodaje de Providence.
“Alain ya no está, somos todos huérfanos: el cine francés, el cine a secas”, reaccionó Gilles Jacob, presidente del Festival de Cannes, que recompensó al director en 2009 por el conjunto de su carrera, aunque nunca llegó a darle la prestigiosa Palma de oro. “Se ha pasado la vida buscando y encontrando. Está vivo”, añadió Jacob, quien reclamó unos funerales nacionales para el director, al igual que hizo Italia cuando murió Fellini. De no hacerlo, sería “un abandono de gloria”.
Alain ya no está, somos todos huérfanos: el cine francés, el cine a secas”, reaccionó Gilles Jacob
Nacido el 3 de junio de 1922 en Vannes, en la Bretaña francesa, donde su padre era farmacéutico, se inició adolescente al arte cinematográfico. Con tan solo 13 años realizó su primer corto metraje y en 1943 se inscribió en el IHEC, la escuela de cine, en la sección de montaje, una disciplina cuya maestría demostró primer en sus sucesivos cortos, como Van Gogh (1948), premiado con un Oscar, Guernica (1950), Les statues meurent aussi (1953) y le Chant du styrène (1958). Culminó con el documental La noche y la niebla (1956), verdadero pistoletazo de salida a su carrera.
Se estrenó a lo grande en el largometraje de ficción con su mítica Hiroshima, mon amour, basada en el guión de Marguerite Duras. Era la primera película en no respetar la narración lineal y lo consagró así como uno de los padrinos de la Nouvelle Vague. El propio Jean-Luc Godard admitiría más tarde sus celos por aquella revolucionaria película. A los dos años, siguió otra obra magistral, El año pasado en Marienbad (1961), escrita con el padre del Nouveau roman, Alain Robbe-Grillet, película misteriosa y provocadora por la que recibió el León de Oro de la Muestra de Venecia.
En 1963, volvió a un cine más político con Muriel, donde abordaba entre otros el espinoso tema de la tortura en Argelia, y en 1966 con La guerra ha terminado, con guion de Jorge Semprún, quien se inspiró en su exclusión dos años del Partido Comunista Español. En 1967, participó en la película colectiva Lejos de Vietnam, en solidaridad con el pueblo vietnamita.
Como destacaba este domingo el diario Liberation, es difícil encontrar en los archivos una mala crítica de Resnais: sus películas eran magistrales o “simplemente buenas”. En su extensa filmografía siguieron entre otros Te amo, te amo (1968), Staviski (1973), Providence (1976), Mi tío de América (1980), La vida es una novela (1983), Muerte al amor (1984), Mélo (1986), Smoking/No Smoking (1993) o su gran éxito, On connait la Chanson (1997). Más recientemente había realizado En la boca no (2003), Asuntos privados en lugares públicos (2006), Les herbes folles (2009), recompensada con el Premio Excepcional del Jurado de Cannes, y Vous n’avez encore rien vu (2012).
Muy querido por sus compañeros, elegante, educado, siempre amable, sonriente, amante de la cultura clásica como de la popular, en particular la estadounidense de los musicales y del tebeo, la avalancha de reacciones durante el día daban idea de la importancia de la pérdida. Un “devastado” Pierre Arditi, actor fetiche del cineasta a partir de los ochenta junto a su esposa Sabine Azéma y a André Dussollier, recordó en la televisión BMF que “nada se parece menos a una película de Resnais que otra película de Resnais, siempre estuvo experimentando sin nunca copiar lo hecho anteriormente”. Aunque sin duda la gran pena para los amantes del séptimo arte, como resumía el delegado general del Festival de Cannes, “no es tanto que haya muerto Alain Resnais, es que ya no habrá películas de Alain Resnais”.