29/4/15

Orson Welles, cien años de un genio a contraluz

Se cumple un siglo del nacimiento del hombre que a los 25 años cambió para siempre el paisaje del cine con Ciudadano Kane y luego perdió el control de sus películas, mutiladas por productores o abandonadas por él mismo

Ciudadano Kane, es la película magistral de innovación con el lenguaje del cine./latercera.com

Once  años de rápido e infatigable ascenso hacia las cumbres de la fama, seguidos de 43 de lenta agonía. Más o menos así se puede dividir la vida profesional de Orson Welles, quien a los 16 años se hizo pasar por una estrella de Broadway para conseguir trabajo en el Gate Theatre de Dublín, a los 22 era el actor de teatro mejor pagado de Estados Unidos, a los 23 realizó la famosa transmisión radiofónica de La guerra de los mundos y a los 25 dirigió Ciudadano Kane, la película por la que RKO Pictures le pasó un cheque en blanco. Con él haría lo que querría . El resto ya se sabe: Ciudadano Kane transformó para siempre el orden y la relación de las fuerzas en la historia del cine mundial. 
La película dirigida, protagonizada y coescrita por Welles, fue el único largometraje en el que tuvo el absoluto dominio del montaje y la producción. El resto de su vida sólo sería una infinita lucha por hacer filmes que tropezaban con la mediocridad de los productores, el conservadurismo de Hollywood y la propia ambición de Welles. En fin, la tragedia de un adelantado.
Ante la inminente celebración de los 100 años de su nacimiento, los especialistas, los estudiosos y los seguidores otra vez se frotan las manos. Las películas inconclusas,  editadas por otros o dejadas en manos de nadie  serán material de libros y exhibiciones en salas. Este año,  por ejemplo, se estrenará  en Estados Unidos la esperada The other side of the wind, obra rodada por Orson Welles  a principios de los años 70 y que llega a salas el miércoles 6 de mayo, el mismo día de su cumpleaños. También en mayo se publica Orson Welles’ s last movie: the making of The other side of the wind, investigación de Josh Karp, que cuenta con lujo de detalles el rodaje de esta cinta. Luego, en agosto, se editará algo así como la otra cara de la moneda en la vida de Welles. Es el libro Young Orson: The years of luck and genius on the path to Citizen Kane, trabajo de Patrick McGilligan que aborda el prodigioso período previo a la obra maestra de 1941.  
En el terreno de las ediciones en blu-ray también hay bastante para recoger. Por fecha de lanzamiento destaca primero la reedición de La dama de Shanghai, película que Welles estrenó en 1948 y que a través del sello Mill Creek  llega en una copia restaurada. Lanzada en marzo, la cinta donde Welles también actúa y en que Rita Hayworth tiene el rol de la femme fatale de pelo rojo Elsa Bannister es una de las piedras fundacionales del cine negro en Hollywood. Probablemente más rutilante será la edición de Othello, que la compañía boutique The Criterion Collection prepara para el segundo semestre de este año.  Ganadora del Festival de Cannes en 1952, se trata de una de las tres adaptaciones de shakespereanas que Welles realizó para el cine junto a Macbeth (1948)  y Campanadas a medianoche (1965). Esta última no es otra que la historia de Sir John Falstaff, un grueso, pícaro y bufonesco caballero que aparece en cinco obras de Shakespeare y que el realizador ya había intentado plasmar en su malograda pieza teatral Five kings.  Producida y filmada en España, la cinta era la preferida de Welles, que llegó a decir: “Si algún día debo ir al Cielo por alguna película, me gustaria que fuera por Campanadas a medianoche”.  La versión que el sello británico Mr. Bongo publicará dentro de los próximos meses fue restaurada por la Filmoteca de Madrid y se enmarca además en la celebración de los 50 años de la película, que se estrenó en diciembre de 1965 en España y en mayo de 1966 en el Festival de Cannes. 
Orígenes e influencias 
Hijo de un inventor de mediana fortuna y una concertista de piano, Orson Welles acostumbraba a contar que uno de sus grandes maestros fue el director de fotografía Gregg Toland, el hombre que antes de Ciudadano Kane ya había iluminado Las uvas de la ira de John Ford y Cumbres borrascosas de William Wyler. También repetía aquella sentencia sobre el mencionado John Ford, su mentor en la lejanía: “Prefiero a los viejos maestros, por eso prefiero a John Ford, John Ford y John Ford”.  Entre  los avances vanguardistas de Toland, quien llevó a nuevos niveles la profundidad de campo, y las enseñanzas de los pioneros de la narración, Welles entró a un terreno formal  que haría escuela y sería imitado y replicado infinitamente. Ciudadano Kane y, un año después, Los magníficos Ambersons (donde ya perdió el control del montaje) serían ejemplos pioneros de este tipo de cine ambicioso, con una clara influencia teatral y shakespereana, totalmente lejos de la  órbita technicolor a la moda en Hollywood. Entre los 25 y los 27 años, es decir entre 1940 y 1942, el realizador pasó de genio imparable a  un bicho raro en el complicado universo de la industria fílmica. 
En términos formales, Welles  heredó de Gregg Toland su desconfianza en el color (el gran director de fotografía, que murió en 1948, auguraba que el color jamás reemplazaría al blanco y negro) y su inquietud por detonar las puestas en escenas tradicionales. De su formación teatral, el cineasta tomaría esa capacidad casi de guerrilla para trabajar con pocos recursos, para hacer magia con escasos decorados y para encantar a los espectadores. No hay que olvidar que Welles fue ademas un consumado mago y que Campanadas de medianoche, financiada con mínimos dineros españoles, contiene una de las más espectaculares batallas jamas filmadas, influencia manifiesta en filmes tan disímiles  como Enrique V (1989) de Kenneth Branagh,  Corazón valiente (1995) de Mel Gibson y Rescatando al soldado Ryan (1998) de Spielberg.     
Defensor incontrarrestable del blanco y negro y abogado incansable de los personajes consumidos por la megalomanía, el cinismo y la miseria moral, Orson Welles se propuso hacer la más autobiográfica de sus cintas en 1970. Sería por primera vez en color y la llamó The other side of the wind. Reunió a un grupo de amigos y colaboradores para que le dieran vida a un conjunto  de personajes que se alimentaban de cinefilia, egos inabarcables y fiestas hippies en Los Angeles en 1970. John Huston hacía de director de cine y Peter Bogdanovich era su protegido. Huston, como Welles en la vida real, lucha por dirigir una película que sea algo así como su retorno triunfal a Hollywood tras un autoexilio de 10 años en Europa. En mitad del rodaje, el personaje de Huston muere, justo cuando cumple los 70 años. Todo se va al traste. 
La película jamás se estrenó, pero en un ejemplo perfecto de aquello que llaman la vida imitando el arte, Orson Welles fallecería a los 70 años, en octubre de 1985. Ahora, en el centenario del nacimiento del genio y a 30 años de su muerte, el libro de Josh Karp y, sobre todo, el estreno de la perdida The other side of the wind, permitirán apreciar una nueva faceta del hombre que brilló hasta quemarse.