17/1/15

¿Cuáles eran las películas favoritas de García Márquez?

El Festival Internacional de Cine de Cartagena presentará las películas que marcaron la vida y obra de Gabriel García Márquez


 Gabriel García Márquez."El cine y yo somos como un matrimonio mal llevado; no puedo vivir ni con él ni sin él "./fnpi.org
Junto al periodismo y la literatura, la otra gran pasión de Gabriel García Márquez fue el cine. Estudió cine en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma, escribió varios guiones y críticas, fue el principal gestor de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños en Cuba e incluso participó como actor en algunos filmes. Todo esto sin contar las decenas de adaptaciones cinematográficas que se han hecho de sus obras literarias.
García Márquez también fue uno de los principales impulsores del Festival Internacional de Cine de Cartagena y asiduo espectador de sus proyecciones, por eso, el FICCI 55 le rinde homenaje con la retrospectiva “Gabo: Las películas de mi vida”, que incluye 10 filmes que lo marcaron entre 1948 y 1981. Estas películas influyeron en su obra narrativa, a partir de conceptos estéticos que aparecen citados en sus biografías, entrevistas, columnas y artículos periodísticos.
Toda la vida de Gabo estuvo marcada por el cine, como él mismo lo dijo en alguna ocasión: “El cine y yo somos como un matrimonio mal llevado, no puedo vivir con él ni si él”.
La muestra de las películas favoritas de Gabo que ha organizado el FICCI 55 la conforman:
-  El ladrón de bicicletas de Vittorio De Sica (Italia, 1948)
- Rashomon de Akira Kurosawa (Japón, 1950)
- 2001, Odisea del espacio de Stanley Kubrick (EE.UU., Reino Unido, 1968)
- El General de La Rovere de Roberto Rossellini (Italia, Francia, 1959)
- Manos peligrosas de Samuel Fuller (EE.UU., 1953)
- Una historia inmortal de Orson Welles (Francia, 1968)
- El hombre en la Torre Eiffel de Burgess Meredith (EE.UU., Francia, 1949)
- Jules et Jim de Francois Truffaut (Francia, 1962)
- Barbarroja de Akira Kurosawa (Japón, 1965)
- Jennie de William Dieterle (EE.UU., 1948)
El 55 Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias tendrá lugar del 11 al 17 de marzo de 2015. Toda la programación de películas y demás actividades del Festival está disponible aquí.

12/1/15

Francesco Rosi, el azote de la mafia

 Fallece a los 92 años el director de filmes de denuncia como  El caso Mattei
 
Francesco Rosi, el año 2008, en la Berlinale./Barbara Sax/elperiodico.com
Hoy que están de moda teleseries como Boardwalk Empire, sobre el crimen organizado durante la Ley Seca, y Gomorra, adaptación al formato televisivo del libro de Roberto Saviano en torno a la camorra napolitana, echar la vista atrás y contemplar la obra del director Francesco Rosi es muy recomendable.
Rosi, fallecido en la madrugada del sábado en su domicilio romano, había nacido en 1922 en Nápoles, así que sabía de lo que hablaba cuando dedicó buena parte de su filmografía al crimen organizado en Italia. Cercano a las posturas del PCI, su obra estuvo marcada por el neorealismo.
En 1948 fue ayudante de Luchino Visconti en La terra trema, uno de los pilares de esta tendencia. Volvió a trabajar a sus órdenes en Bellisima y Senso, y fue también asistente de Michelangelo Antonioni en I vinti. De ellos heredó el acento realista, pero sus mejores dramas estuvieron ligados a la crónica mafiosa.
Su tercer largometraje, Salvatore Giuliano (1962), sobre el bandolero independentista siciliano del mismo nombre, marcó a conciencia su trayectoria, pero fue el siguiente, Las manos sobre la ciudad (1963), en torno a la corrupción de los negocios inmobiliarios en Nápoles, la cinta que le dio prestigio definitivo.

Cine denuncia

Tras un paréntesis español con El momento de la verdad (1965), filme sobre un joven torero que contó con guion de Pere Portabella y Ricardo Muñoz Suay, y de un filme antibelicista, Hombres contra la guerra (1970), Rosi regresó al cine de denuncia, del que sería el máximo exponente durante toda la década de los 70: El caso Mattei (1972), crónica de la muerte de un conocido empresario, recompensada con la Palma de Oro en Cannes; Lucky Luciano (1973), retrato muy en la línea del PCI del famoso gánster italoamericano, y Excelentísimos cadáveres (1975), centrada en el asesinato de diversos magistrados italianos.
Gian Maria Volonté y Rod Steiger serían fieles compañeros en estas obras de denuncia adscritas plenamente a su tiempo. No le fueron tan bien las cosas con posteriores producciones internacionales como Cristo se paró en Eboli (1979), según la obra de Carlo Levi, y Crónica de una muerte anunciada (1987), imposible adaptación del libro de García Márquez. Tras un espureo regreso al cine mafioso -Dimenticare Palermo (1990)-, cerró su filmografía volviendo a la literatura, en este caso con La tregua de Primo Levi (1997), reconstrucción de la odisea de unos supervivientes italianos de Auschwitz.

Muere a los 83 años la actriz Anita Ekberg, icono erótico de Fellini

 Protagonizó la célebre escena en  La dolce vita, del baño en la Fontana de Trevi
Fotograma de  La dolce vita con Marcello Mastroianni y Anita Ekberg en La Fontana de Trevi. /elpais.com

Ante la noticia de la muerte de Anita Ekberg, ocurrida en una clínica a 30 kilómetros al sur de Roma, a los 83 años, ha sido inevitable que todos recordemos la escena de La dolce vita de Fellini en la que se bañaba en la Fontana de Trevi invitando a Marcello Mastroianni a que se uniera a ella. Con sus hombros y espalda desnudos y un vaporoso vestido negro, se convirtió en la imagen del erotismo y la libertad sexual y no sólo en la Italia de 1959. Dos años más tarde Fellini volvería a lucir su espléndido busto y no menos hermosas piernas en Las tentaciones del doctor Antonio, fragmento de la película Bocaccio 70, en la que el reprimido Peppino de Filippo enloquecía de amor ante una provocadora imagen de la actriz, "con todos sus atributos maternos expuestos al sol, las piernas desnudas, enormes, y en su rostro una expresión salvaje", que habían colocado frente a su casa. Jerry Lewis también se había vuelto Loco por Anita (1956) en la película del mismo nombre. La Ekberg fascinaba a todos.
Desde muy joven llamó la atención por su físico. Fue Miss Suecia en 1950, donde había nacido 19 años atrás. Gracias a ese premio y por haber sido candidata al de Miss Universo viajó a Estados Unidos, donde fue rápidamente contratada por Howard Hughes, multimillonario conocido también por su afición a las estrellas de cine que en varias ocasiones él mismo ayudó a formar. Martin Scorsese recreó parte de su vida en El aviador, en 2004. Así hizo Howard Hughes también con la Ekberg aconsejándole operaciones que mejoraran su aspecto u obligándole a clases de distintas especialidades, aunque las de arte dramático no fueron nunca del agrado de la joven.
Tras intervenir en algunas películas de poca monta o en cometidos secundarios – Abbot y Costello van a Marte, La espada de Damasco, Callejón sangriento, Guerra y paz… –Anita Ekberg (nacida Kerstin Anita Marianne Ekberg) fue carne frecuente en las portadas de las revistas. Su popularidad no crecía tanto por sus dotes para la interpretación, siempre dudosas aunque en ocasiones estuviesen salpicadas por un notable sentido del humor, sino por su incuestionable belleza y la ligereza en su comportamiento sexual que sorprendía en sociedades timoratas.
Recibió un Globo de Oro como estrella emergente en 1956, año en que consiguió su primer papel protagonista en Regreso de la eternidad, junto a Robert Ryan. Pero no fue suficiente para convertirla en actriz, carrera en la que seguía dando tumbos… hasta que en su camino se cruzó Federico Fellini con La dolce vita. El éxito internacional de esta película la confirmó como sex symbol y aunque fue desde entonces solicitada por numerosos cineastas, su trabajo se centró casi exclusivamente en el cine italiano: El gran amante, Los mongoles, Los tres etcéteras del coronel, La esfinge de cristal…
Desgraciadamente no volvió a intervenir en grandes películas al margen de las de Fellini –Entrevista (1987), en la que hacía de sí misma, fue la última de ellas–. Su gloria se fue apagando con el tiempo pero el recuerdo de su baño nocturno en La dolce vita se mantiene vivo en nuestra memoria y en la historia del cine.