25/7/14

'El Evangelio según san Mateo' es "la mejor película sobre Jesús", según el Vaticano

 La obra maestra del director italiano Pier Paolo Pasolini ha recibido la admiración de la Santa Sede  

Escena de la película  El Evangelio según san San Mateo  dirigida por Pier Paolo Pasolini en 1964 y premiada por la oficina católica internacional de cine /Angelo Novi:/lavanguardia.com

El Evangelio según san  Mateo, película rodada en parajes desolados de la Italia meridional, del cineasta Pier Paolo Pasolini ha recibido la admiración del Vaticano. L'Osservatore Romano, periódico oficial de la Santa Sede, lo ha definido como "la mejor obra cinematográfica sobre Jesús", con ocasión de cincuenta aniversario de su creación.
Giovanni Maria Vian, director del periódico oficial, ha explicado, en declaraciones al diario italiano La Stampa que el elogio a Pasolini es "un signo de la Iglesia, de la misericordia del Papa Francesco". Así, Vian ha destacado que este reconocimiento está en línea con el pontificado de Francisco, que pone en el centro "las periferias geográficas y existenciales". El periódico de la Santa Sede ha reconocido en el director italiano "el abandono al fluir de la página evangélica" que llena la película de un "soplo expresivo religioso".

De esta manera, 50 años después de su estreno, la película de Passolini sobre Jesús ha recibido los elogios del Vaticano que ha destacado que "la humanidad febril y primitiva que el cineasta lleva a la pantalla confiere un nuevo vigor al verbo cristiano que aparece en este contexto aún más actual, concreto y revolucionario". L'Osservatore Romano subraya que 'El Evangelio según Mateo' de Pier Paolo Pasolini es "una representación que toca las cuerdas sagradas y comienza con un realismo sincero". La película de Pasolini se encontraba en el archivo de la Filmoteca Vaticana desde 2005. En una revisión del material, el film mostró signos de pérdida de luminosidad e intensidad de las imágenes, por lo que se ha tomado la decisión de digitalizarlo.

El periódico del Vaticano ha detallado que "aquello que en la premisa debía ser una película sobre una crisis personal (*) se convierte en una obra que individualiza las enseñanzas cristianos, restituidas en su esencia desnuda y son la herramienta para salir de esa crisis en sí". De hecho, L'Osservatore Romano explica que el evangelio "en este contexto es aún más actual, práctico, revolucionario", al tiempo que ha destacado que "es una película sobre una crisis, una obra maestra y, probablemente, la mejor película jamás hecha acerca de Jesús".

Por otro lado el artículo pone de manifiesto que la película es símbolo de la "Iglesia pobre para los pobres" de Francisco. "El Evangelio según san Mateo", que Pasolini dedicó al Papa Juan XXIII, se estrenó en el Festival de Venecia en 1964 y ganó el premio del jurado, aunque no tuvo buena acogida entre sectores católicos. La madre del director de cine interpretó a la Virgen María y un joven sindicalista catalán, a Jesús.

17/7/14

Marlon Brando y la muerte de Vito Corleone

 Se cumplen diez años del fallecimiento de Marlon Brando, la leyenda más controvertida, brillante y magnética de la historia de Hollywood

 
Marlon Brando, en sus años mozos./elcultural.es
Como homenaje recordamos una de sus escenas emblemáticas: la muerte de Vito Corleone

La escena presenta una estampa entrañable. Un viejo, con los inevitables achaques de la edad, se relaja en un pequeño huerto en compañía de su nieto. Es un lugar de recreo situado en un amplio jardín, reflejo del poder del viejo, de su posición acomodada y de su estado de retiro. Sin duda un buen sitio para pasar la tarde a la sombra, tranquilo, a la espera... Un limbo terrenal en el que solo queda reflexionar sobre la vida que se escapa sin remedio.

El viejo, ante la insistencia del pequeño, le cede un pulverizador con el que está atareado y le da algunas indicaciones de cómo proceder con él. El niño, absorto en la actividad, se emplea divertido en acabar con los parásitos que ponen en peligro la salud de la cosecha. Aquí, más que un juego, hay una transferencia. Quizá sin saberlo, su abuelo le está mostrando la esencia del negocio familiar. La muerte es necesaria para que la cosecha brote y se perpetúe. Mientras, el viejo decide que es el momento de sentarse.

Se da cuenta de que está cansado, muy cansado. Se quita el sombrero y se seca el sudor que recorre su frente agrietada. Pero es solo un instante. Puede que se haya dado cuenta de que algo va mal pero decide que es mejor no pensar en ello. Llama la atención del muchacho y le gasta una broma. Con una cascara de una naranja en la boca, dentadura grotesca, le hace una mueca tenebrosa con el propósito de asustarle. La reacción del pequeño es, en primer lugar, de asombró. Pero de repente, el terror se apodera de él. ¿Qué ha visto el muchacho en el conocido rostro de su abuelo? Quizá la auténtica naturaleza de su estirpe, de su sangre, la maldición que le ha de acompañar el resto de su vida.

Entonces el viejo comienza un pequeño juego. Se esconde de su nieto entre los naranjos. La escena sigue siendo bastante inocente. La música está ausente, no se posiciona, y nada en el comportamiento de abuelo y nieto es inusual. Es un simple juego, una tarde apacible. Sin embargo, el anciano, con la cáscara en la boca, ahora asume el papel de monstruo, reflejo de su maltrecho interior. Se esconde entre las ramas, su figura de repente es grotesca. Y es entonces cuando le sorprende la muerte. Primero, tos. Después, un pequeño ahogo. El corazón se para y el viejo cae fulminado en el huerto. La muerte de Vito Corleone, capo sin piedad y devoto padre de familia, una vida dominada por la violencia, es contra todo pronóstico natural, bella, incluso envidiable.

Esta escena, sin duda una de las más líricas de El Padrino (1972), la obra maestra de Francis Ford Coppola, fue creada casi en exclusiva por Marlon Brando. Coppola y Mario Puzo, guionista y autor de la obra, no la desarrollaron aunque según aparece en la novela, Corleone moría en el jardín en compañía de su nieto. Brando la concibió improvisando con el niño. El actor demostraba así su capacidad innata para, mas allá de interpretar, ser e independientemente de sus intenciones, sugerir. Algo parecido haría poco después con el papel de Kurtz en Apocalypse Now (1979). Ya lo había hecho antes en peliculas como Un tranvía llamado deseo (1951), Julio Cesar (1953) o La ley del silencio (1954)...

Brando moría hace hoy 10 años en Los Angeles a causa de una fibrosis pulmonar. Sus últimos años no fueron buenos. En lo profesional se dedicó a realizar trabajos de mera subsistencia. En lo personal le acompañó la tragedia con la condena por asesinato de su hijo mayor y el suicidio de su hija Cheyenne. Sin embargo, su leyenda permanece intacta porque Brando no interpreta, ponía su vasta humanidad al servicio de sus personajes. Y por ello su legado es eterno.

11/7/14

El hombre del poncho cumple medio siglo

 Por un puñado de dólares  fue el western que cambió la historia del género de la mano de Sergio Leone, un creador popular

El actor Clint Eastwood en un fotograma de Por un puñado de dólares./elpais.com


En 1964 un cine de Florencia y en pleno mes de agosto acoge las primeras sesiones de la película Por un puñado de dólares de Sergio Leone. Contra todo pronóstico el filme, un wéstern de serie B inspirado ni más ni menos en El mercenario de Akira Kurosawa -en el recuerdo otro wéstern, Los siete magníficos también basado en el creador japonés- se transforma en un sleeper, uno de esos inesperados bombazos de taquilla. Todo para una producción destinada en un principio a servir de relleno cinematográfico, firmada con seudónimo y capital italiano, español y alemán.

 A finales de ese mismo año de 1964 Por un puñado de dólares –en el último momento ha cambiado su título original Il magnifico straniero- se ha convertido en un fenómeno cinematográfico y social. Como señala el corresponsal de la revista Variety la película destaca "por su vigor jamesbondiano y un enfoque irónico para captar a un público tanto sofisticado como medio". El wéstern europeo o espagueti-wéstern, termino todavía sin acuñar, se preparaba para la conquista de las pantallas del mundo

Cincuenta años después los wésterns de Sergio Leone y de algunos de sus más honorables contemporáneos, Sergio Sollima, Sergio Corbucci, Damiano Damiani, han conseguido hacerse un lugar en la historia del cine. Y hasta con la categoría de clásicos reservada hasta aquel momento para directores como John Ford, Anthony Mann u Howard Hawks.

Recibidos con división de opiniones por la crítica, donde abundan las invectivas por su culto a la fealdad y los aspectos más sórdidos del género, contarán sin embargo desde el principio con el aplauso entusiasta del público. Esta apoteosis de fealdad estética y violencia ética poblada de héroes sin afeitar y faltos de escrúpulos encuentra de inmediato una audiencia que se deja seducir por esa “ópera de sensualidad, violencia y muerte, muy latina” como escribe el crítico francés Gilles Gressard en su estudio sobre el cineasta.

Para unos, Leone, es el hombre que ha sabido resucitar, y de paso, darle un baño desmitificador a un género como el wéstern que vivía sus horas crepusculares. Para otros, por el contrario, es el creador que le acabará dando su certificado de defunción. Pero nadie, medio siglo después, le discute haber creado un estilo, mas allá del uso del zoom y de esos primeros planos exasperantes, de esos alargamientos extenuantes y de esa fetichización del gesto que caracterizan su cine. Un estilo que sería imitado hasta la sociedad, empezando por los propios directores americanos, Siegel, Hathaway, y que ha llegado hasta nuestros días de la mano tributaria de creadores tan indomables como Quentin Tarantino.

Por un puñado de dólares señala el nacimiento de Almería como paisaje plástico del mito del Oeste. Aunque rodada en parte en Hoyo de Manzanares, en el poblado que ha servido para los wésterns pioneros de Joaquín Romero Marchent, los paisajes almerienses acompañaran a partir de ahora la épica cinematográfica del director italiano. Otro componente indisoluble del género, será la música de Ennio Morricone en esa convergencia victoriosa entre música, sonido e imágenes. Morricone convertía la banda sonora en protagonista absoluta. Y un tercer elemento en la figura de Clint Eastwood, un actor de series de televisión que acabará poniéndole cara y ojos a todo un género y un estilo en su papel de El forastero. Su poncho mexicano, “barba de diseño” y cigarro en la boca se convertirá en uno de los iconos más imitados de la historia del cine.

Cincuenta años después quizás ha llegado el momento de olvidar esa etiqueta un tanto ridícula y hasta calumniosa de espagueti wéstern.

9/7/14

Pierre Boulle, de un puente en el río Kwai al planeta de los simios

La próxima semana se estrena El planeta de los simios: confrontación, la octava película de la saga inspirada en la novela del escritor francés, muerto hace 20 años. Ex combatiente en la Segunda Guerra Mundial, Boulle volcó en sus libros una visión pesimista de la vida

El escritor francés Pierre Boulle./latercera.com

El escritor francés Pierre Boulle recorrió un camino inverso al de su compatriota Arthur Rimbaud. Es decir, primero la aventura y luego los libros. A diferencia del poeta que terminó sus días traficando armas  en Etiopía antes de morir en Marsella, Boulle falleció  con todo en orden: a los 81 años, en 1994, en su departamento de París y después de haber ganado mucho dinero con sus 25 novelas. 

Antes, sin embargo, su existencia tuvo la audacia  y el espíritu viajero del autor de Las iluminaciones en su madurez. Se desplazó  a Birmania para trabajar en la industria del caucho, luchó junto a la Resistencia Francesa en el sudeste asiático, fue agente secreto y en 1943 fue tomado prisionero por leales al gobierno títere de Pétain. De aquellos dos años de trabajos forzados nacería  el material de El puente sobre el río Kwai (1952), la novela que escribió cuando ya era un hombre de  traje y corbata, el que aparecería en las fotos que se conocen de él.

Aquel libro sobre un coronel  británico de orgullo sin fin y un grupo de prisioneros humillados hasta el hartazgo por los japoneses es uno de los dos grandes éxitos de Boulle. El otro, quizás aún más masivo, es El planeta de los simios, obra de 200 páginas que  publicó en 1963, cuando ya disfrutaba de los beneficios por la exitosa adaptación fílmica de su primera novela, que le permitían vivir en un exclusivo departamento de París. Un dato curioso es que Boulle jamás consideró que El planeta de los simios fuera ciencia ficción. “Honestamente la ciencia ficción es solo un pretexto para contar una historia. En rigor los monos de mi libro son solo humanos”, explicaba en una entrevista para una edición especial en DVD del filme de 1968.

Hombre de formación científica (se graduó de ingeniero eléctrico), Pierre Boulle trabajó con dedicación de artesano hasta su muerte, hace 20 años. Hasta entonces las películas derivadas de su novela llegaban a cinco, sin contar una serie de televisión. Con el estreno la próxima semana de El planeta de los simios: confrontación  (2014)  se llega a la suma de ocho títulos. La película dirigida por Matt Reeves es en términos generales una lucha sin cuartel entre los humanos sobrevivientes a un virus altamente dañino y los simios, cuyo personaje central y líder es César (Andy Serkis). Aunque en la superficie queda poco de la novela original de Boulle, aquella fascinación por mostrar a una civilización subyugada por las reglas de otra se sigue manteniendo. Era también el concepto que se movía por las páginas del libro, inspirado según Boulle tras una simple visita al zoológico. “Supongo que ver a los gorilas y observar sus movimientos en el rostro me hizo percatarme de lo similares que éramos”, decía en aquella misma entrevista.

LOS CAMBIOS DE HOLLYWOOD

Algunos han querido ver en la novela un rasgo en común con El puente sobre el río Kwai: en ambas historias un grupo en inferioridad de condiciones es pasado a llevar por otro. En las dos el orgullo termina deformado por la autoridad y más por la razón que por la fuerza. El honor del coronel Nicholson en El puente... sigue siendo tan inútil como los reclamos de los humanos en El planeta de los simios. 

Traducida a más de 20 idiomas, la obra de Boulle alcanzó gran popularidad en Estados Unidos, donde además se abrazó la simpleza y la fluidez de narración. Lejos de la órbita intelectual de sus contemporáneos compatriotas, Boulle siempre fue un autor de venta rápida,  gustos diversos y espíritu pesimista. Sus obras tocan los temas de la guerra, de la distopía, del espionaje y hasta de la Guerra de las Malvinas (La baleine des Malouines, 1983).

El autor aprobó las adaptaciones de sus obras, aunque siempre tuvo ciertos reparos. Para El puente  sobre el río Kwai, la película de David Lean que en 1958 obtuvo siete premios Oscar, jamás  comulgó  con la escena final, que incluía la destrucción del puente. En la novela de Boulle no existe tal explosión.

Los cambios para El planeta de los simios fueron aún más significativos y muchos piensan que el guión de Rod Serling, el creador de la serie La dimensión desconocida, mejoró el original. Serling trabajó cinco años en la adaptación del filme que en 1968 protagonizarían Charlton Heston y Roddy McDowall. Una de sus escenas cumbres no estaba en la mente de Boulle, sobre todo por la simple razón de que los astronautas de la narración eran franceses. Es cuando el personaje de George Taylor (Charlton Heston) descubre las ruinas de la Estatua de la Libertad en medio de una playa, comprobando lo que algunos sospechaban: que el planeta de los simios era simplemente la Tierra en el futuro.

En la novela de Boulle en cambio, los escalofríos los provoca otra conclusión. Después de las interminables ordalías en el planeta primate, los viajeros estelares logran retornar a la Tierra y cuando bajan de la aeronave en el aeropuerto de Orly, en París, el que viene a buscarlos no es otro que un gorila. Este final fue en el que se basó Tim Burton para  su adaptación de 2001. A siete años de su muerte, alguien había respetado los deseos de Boulle.