10/2/17

Las cuatro diferencias fundamentales que hay entre el sexo en las películas y en la realidad

El séptimo arte es una máquina de generar tópicos, en cuanto al sexo y las relaciones se refiere
El sexo se vuelve más explicito en el séptimo arte./lavanguardia.com

Cada vez es más habitual que el cine aborde el sexo sin tapujos, atrás quedaron las décadas en las que las relaciones sexuales se trataban con reservas o “medias tintas”. Tanto es así, que películas recientes y proyectadas en cines comerciales como Nymphomaniac (Lars von Trier, 2013) o Love (Gaspar Noé, 2015) tienen escenas tan explícitas que para algunos llega incluso a rozar el género pornográfico.
Sin embargo, otros proyectos suelen mostrar escenas que intentan reflejar la cotidianidad en la vida sexual. El problema es que no siempre lo consiguen, de manera que generan estereotipos o situaciones irreales que a veces crean sobre el espectador falsas expectativas o frustraciones.
1. Nunca hay preliminares
En una inmensa mayoría de películas funciona el conocido “aquí te pillo, aquí te mato”. Los protagonistas son arrastrados por un arranque de pasión tan excitante que no les hace falta ningún tipo de preliminar, pueden saltarse esta fase e ir directos a la penetración. A pesar de que todos sabemos lo importantes que pueden ser los juegos previos en cuestiones tales como la lubricación o excitación.
“Es cierto que en el cine casi siempre prima más el sexo rápido, intenso, pasional y sin preámbulos. Algo que no es lo más frecuente o habitual. Además, siempre se refleja la supremacía del coito como la mejor actividad sexual y esto refuerza muchos de los mitos actuales. A veces se da espacio al sexo oral o se intuye, pero el coito sigue siendo el rey”, afirma Francisca Molero, directora del Instituto Iberoamericano de Sexología y codirectora del Institut de Sexología de Barcelona.
Se retrata muy poco las situaciones cotidianas de la gente que afectan al sexo”
FRANCISCA MOLERO
Directora del Instituto Iberoamericano de Sexología y codirectora del Institut de Sexología de Barcelona
2. Nadie va nunca al baño o usa un preservativo
Si somos realistas, el sexo puede ser una actividad sudorosa e incluso te pueda pasar que necesites ir al baño nada más terminar. Pero en el sétimo arte, pocas veces se le escurre a alguien una gota de sudor o tiene que “salir pitando a la toilette”. Menos mal que hay excepciones como la de Jack y Rose en Titanic, que el vaho que generaron nos dio la famosa escena de la mano.
También es un misterio cómo controlan la natalidad o las enfermedades venéreas en muchas películas. Es casi insólito ver al protagonista en medio del frenesí del deseo decir: “Espera, voy a ponerme un preservativo”. Suponemos que utilizan otros medios anticonceptivos que no vemos.
“Se retrata muy poco las situaciones cotidianas de la gente que afectan al sexo. En el cine este tipo de problemas quedan en un segundo plano. El asunto es que muchas historias giran siempre en torno a una situación especial y no a lo corriente, lo cual también se extrapola al sexo”, asegura la experta sexóloga.
3. La desnudez y el orgasmo simultáneo
Puede que sea porque en el contrato del actor no esté estipulada ninguna cláusula de desnudo o bien por la calificación de la película, el caso es que la desnudez a veces se trata de forma antinatural: desde tener sexo con ropa interior -como con sujetador- o la típica sábana puesta estratégicamente para que no se vea un ápice. Aún así, está claro que el desnudo femenino siempre se ha exhibido mucho más y ha estado mejor visto que el masculino (a pesar de ejemplos recientes como el de Michael Fassbender en Shame).
En el cine casi siempre prima más el sexo rápido, intenso, pasional y sin preámbulos”
FRANCISCA MOLERO
Directora del Instituto Iberoamericano de Sexología y codirectora del Institut de Sexología de Barcelona
Otro de los grandes enigmas es cómo son capaces siempre de alcanzar el clímax al unísono. “Constantemente, parece que los cuerpos se conocen y se acoplan perfectamente a la primera. Se sigue magnificando y buscando el orgasmo simultáneo, cuando realmente es muy difícil. A esto solo se puede llegar cuando las personas se conocen mucho, en una primera cita es imposible”, sentencia Molero.
4. No existen problemas de erección
No hay nervios, ni miedo al fracaso. En las películas las primeras citas siempre salen a pedir de boca, el primer encuentro sexual es espectacular: no hay lugar para “gatillazos” ni situaciones aparatosas. Tiran todo lo que hay sobre la mesa, incluso el portátil, para dar rienda suelta a la pasión o él tiene tal fuerza hercúlea que es capaz de sujetarla a pulso.
“Pocas veces aparecen problemas de erección o lo que ocurre en las primeras experiencias sexuales con una persona, que casi nunca es un diez. En general, se suelen dar inseguridades por quedar bien o miedo al fracaso” indica la sexóloga.
A pesar de estos clichés, la experta considera que “cada vez el cine se está acercando más a lo que es el sexo real, en especial el costumbrista”. Y también resalta una característica positiva del celuloide a la que, según ella, en la vida real no se le da tanta importancia: “Hay algo bonito en el cine y que se está perdiendo en el día a día y son los besos. Muchas parejas que llevan tiempo o que tienen problemas casi no se besan. En las películas reivindican el beso como entidad propia, algo que me parece positivo”, concluye la experta.
Constantemente, parece que los cuerpos se conocen y se acoplan perfectamente a la primera”

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