31/7/13

Un buñuelo aragonés

El 29 de julio se cumplieron 30 años de la muerte de uno de los más importantes cineastas españoles. Presentamos un texto crítico de Ricardo Bada

Luis Buñuel, nacido en Calanda, España, en 1900, y fallecido en México en el 83. Dirigió, entre otras,  El perro andaluz, y El ángel exterminador./elespectador.com
Soy como Buñuel, no me muerdo la lengua ni que me lo mande el médico. Por eso puedo decir, hablando de la misma manera como lo haría él, que su cine, incluso el que hizo en México, es asquerosamente europeo. Y una traición a sus ideas, tal como las expone en sus escritos sobre cine, que son puro almíbar al hablar del que hacen en Hollywood, postulando —creo que con razón— que eso sí es cine, y no lo que se hacía en Europa. Sólo que a la hora de hacer cine él mismo, no le salió Los Ángeles sino que fue Calanda lo que le salió de las entrañas, aquella España profunda de la que Machado dijo que “embiste, cuando se digna usar de la cabeza”.
Me ha costado escribir esas 127 palabras que van por delante, y me ha costado porque he sido de toda la vida un admirador de Buñuel y de su obra, desde que vi Un perro andaluz en abril de 1963, casi recién llegado a Alemania: en España nunca tuve ocasión de ver una sola peli suya. Y ahora, antes de empezar a escribir este artículo, consciente de que puede atraer una tormenta, lo consulté con media docena de amigos, admiradores como yo lo fui, de la filmografía de Buñuel, y todos me han animado a hacerlo.
La que más y mejor me anima es la poeta y ensayista venezolana Ana Nuño: “Tratar a Buñuel sin contemplaciones: el mejor homenaje que se le puede hacer. Como cineasta era un pequeño desastre que, técnicamente, parece un mediocre estudiante de la Femis, la escuela de cine francesa. Pero me siguen gustando mucho dos o tres películas suyas: Él, El ángel exterminador y Viridiana. Además, en casi todas ellas hay al menos un episodio genial”.
Suscribo las palabras de Ana, si bien mi selección se reduce a Un perro andaluz y Viridiana, y en el caso de esta última quizás influyan factores demasiado personales. (Pero aquí podríamos intercalar una cita de Man Ray hecha por el propio Buñuel en una conferencia pronunciada en México, diciembre de 1958: “Los peores filmes que haya podido ver, aquellos que me hacen dormir profundamente, contienen siempre cinco minutos maravillosos, y los mejores, los más celebrados, cuentan solamente con cinco minutos que valgan la pena”).
Sucede que cuando propuse a la redacción un artículo dedicado a Buñuel con motivo del 30º aniversario de su muerte, y me dieron luz verde, comencé por releer su obra literaria completa (sin incluir sus memorias, El último suspiro) y volver a ver prácticamente toda su filmografía, ya que han estado pasando dos o tres pelis suyas a diario, durante las últimas semanas, en el canal Arte, franco-alemán. Y al volverlas a ver fue cuando se me cayó Buñuel del pedestal.
Por supuesto que es divertido y que se pueden disfrutar sus pelis como travesuras de un niño maleducado e inteligente, pero hay algo que me repele en él: su al parecer inextirpable manía pequeñoburguesa de épater le bourgeois (impresionar a los burgueses), y algo que desde siempre he sentido como un fallo rotundo de sus pelis: no sabía cómo terminarlas (salvo, quizás, en Viridiana). A esta altura del partido, y habiendo sido un buñuelista convicto y confeso “de toda la vida”, puedo permitirme el lujo de decir que el cine de Buñuel me parece que es harto decibelio para tan pocas nueces. Lo formularé de todo modo: es un buñuelo (de viento) aragonés, puras lecciones de ética anarquista y de cinismo y humor negro pequeñoburgués en forma de pelis. Un perro andaluz fue, sí, algo para la eternidad; pero el resto de la obra de Buñuel vivió (¡vive!) de ese crédito.
Y está sobregirado.
Con la obra literaria, en cambio, tuve más suerte, a pesar de traducciones espantosas hechas de sus textos en inglés (una sinopsis para la Paramount, sobre los amores de Goya y la duquesa de Alba) y en francés. Así, por razones estrictamente personales comencé mi relectura de esa obra literaria (Ediciones de El Heraldo de Aragón, Zaragoza 1982) por el texto Una jirafa, y fue como recibir un jarro de agua no ya fría, sino helada, al avanzar en la lectura de la enumeración de las manchas del animal; de la undécima se pasaba a la doceava, la treceava, etc., hasta recuperar el oído del castellano en la decimoséptima ¡y volverlo a perder en la veinteava! Esto, con ser ya un desastre de por sí, quedó definitivamente canonizado como tal cuando leí al pie: “Traducción del original francés por Max Aub”. ¡Cielo santo, me dije, éramos pocos y la abuelita salió de noche!
(Pero puesto que menciono a Max Aub, y aunque no es necesario apuntalar eso de que estoy hablando de Buñuel exactamente como él hablaba de los demás, vayan acá cuatro citas sacadas del libro de conversaciones que mantuvieron los dos amigos: “—¿Qué instrumento te gusta más? —Cualquier cosa que no sea el violonchelo. A mí Casals me parece una mierda”; “A mí la obra de Federico no me gusta nada. Su teatro me parece muy malo. Me gustan algunas poesías, y no mucho”; “—A mí el arte negro me repugna, el arte japonés me repugna, el arte azteca me repugna. El arte árabe, el puro, ¡fuera! ¡Peor que el azteca! Del arte hindú no hablemos; para mí, todo eso no es arte. No hay más arte... —Que el europeo. —Y no todo”; “Cristo era un mal bicho. Pero el Cristo barbado y rubio al que estamos acostumbrados; no el mal afeitado y cejijunto de Pasolini. A aquél lo odio. La Virgen, no. La Virgen es adorable”. Y punto final a este inciso).
En la obra literaria de Buñuel hay hallazgos que preanuncian algunos de los mejores gags de sus filmes. Por ejemplo, estas líneas en Palacio de hielo, poema de 1927 de Un perro andaluz (poemario) publicado en 1929 en el número 4 de la revista Helix, de Vilafranca del Penedés:
“Cuando los soldados de Napoleón entraron en Zaragoza (...) no encontraron más que viento por las desiertas calles. Sólo en un charco croaban los ojos de Luis Buñuel. Los soldados de Napoleón los remataron a bayonetazos”.
Pero lo que más me gustó de todo el libro fue un texto que en realidad es un espléndido guión para un cortometraje y que dice así: “La Sancta Misa Vaticanae, rezaba el título en latín macarrónico. Sería un cortometraje en el que se vería una competición de misas en la Plaza de San Pedro, en Roma. La Iglesia, ‘siempre atenta a las conquistas de la civilización y el deporte’, quería poner la misa al ritmo trepidante de nuestro tiempo. Para ello, entre cada dos de las gigantescas columnas de la plaza arquitecturada por Bernini se habían colocado altares funcionales, en cada uno de los cuales oficiaba un sacerdote. Al darse la ‘salida’ los curas empezaban a decir la misa lo más deprisa que podían. Alcanzaban velocidades increíbles, al volverse (a) los fieles para decir el Dominus Vobiscum, para santiguarse, etc., mientras el monaguillo pasaba y repasaba incesantemente con el misal y demás objetos rituales. Algunos caían exhaustos, como boxeadores. Finalmente, queda campeón Mosén Pendueles, de Huesca, con un récord de haber dicho la misa entera en un minuto y tres cuartos. Como premio se le entrega una custodia con un roscadero”.
Chapeau, monsieur Buñuel.

24/7/13

Resumen Cine en Colombia 1er Semestre 2013

La noticia más importante es que siete películas lograron captar más de un millon de espectadores, que es más del doble de los tres estrenos millonarios del año pasado en esta misma época




/correo/youtube.com

17/7/13

La historia de Julian Assange llega a las grandes pantallas

Dreamworks publica el trailer de la película The fifth estate. El filme narra la historia del gurú australiano y su organización, Wikileaks. Se estrenará en España en octubre


Un fotograma de la película  The fifth estate./elpais.com, youtube.com

Dreamworks ha publicado el trailer de la película The fifth estate ( El quinto poder), que recorre la carrera del gurú australiano Julian Assange, hasta la fundación de la controvertida organización Wikileaks.

Assange, responsable de la mayor filtración de documentos de la historia, va a ser interpretado por Benedict Cumberbatch. El actor que también aparecía en la reciente Star Trek: en la oscuridad, de J.J Abrams, se ha teñido de rubio platino para meterse en la piel del exhacker.
The fifth estate, bajo la dirección de Bill Condon, llegará a los cines españoles el 18 de octubre. El guion del largometraje está basado en el libro Inside Wikileaks: My time with Julian Assange at the world's most dangerous web, cuyo autor, Daniel Domscheit-Berg, fue mano derecha de Assange y portavoz de Wikileaks hasta que ambos se pelearon y sus caminos se separaron. El examigo de Assange será interpretado por Daniel Bruhl.
Cumberbatch declaró varias veces que insistió para encontrar a Assange durante el rodaje de la película pero que este se negó y tachó The fifth estate de propaganda.

11/7/13

Surrealista crisis en escuela de cine cubana

El proyecto, de Gabriel García Márquez, es sacudido por un escándalo de corrupción sin precedentes

Gabriel García Márquez, fundador de la Escuela Internacional de Cine de Cuba./semana.com

Uno de los proyectos más queridos por el Premio Nobel Gabriel García Márquez vive una crítica e inesperada situación: la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV) ha sido sacudida por la corrupción. Lo insólito es que todos los elementos de esta historia podrían conformar parte de un surrealista guión: a los acusados se les sindica de robarse bebidas para revenderla en otro lugar de la isla. Lo grave es que las autoridades se tomaron la cosa en serio y decidieron el aplazamiento del ingreso de nuevos alumnos.
En efecto, irregularidades financieras descubiertas en la EICTV derivaron en la detención de tres empleados del centro, la renuncia de su director y el aplazamiento del ingreso de nuevos alumnos, confirmaron este martes a Efe fuentes de la institución.
La Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños (EICTV), fundada el 15 de diciembre de 1986 como filial de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL) que preside el escritor colombiano Gabriel García Márquez, está considerada como una de las instituciones más importantes de su tipo en el mundo.
Una inspección fiscal realizada a una tienda del Ministerio de Cultura que radica en la Escuela de Cine reveló que tres empleados extraían bebidas adquiridas en esa unidad, donde los precios son más bajos que los establecidos, y las revendían a bares y restaurantes privados, según el portal digital oficial La Jiribilla.
El viceministro de Cultura, Fernando Rojas, explicó a esa publicación que a los inculpados “se les ocuparon altas sumas de dinero en varias monedas, verdaderos almacenes de bebidas en sus casas, automóviles adquiridos con sus ingresos ilícitos y hasta una vivienda completamente remozada con el producto de este delito”.
Rojas detalla en esa entrevista que las autoridades detectaron “un incremento de la oferta a partir de compras al por mayor a distintos proveedores” en la zona de San Antonio de los Baños, localidad situada a 37 kilómetros al oeste de La Habana, donde se encuentra enclavada la Escuela Internacional de Cine.
“La indagación acerca de los proveedores condujo a que buena parte de las bebidas procedía de la tienda de la EICTV”, señaló.
Rojas refirió que hay otro conjunto de “irregularidades”, asociadas en su mayoría a “incumplimientos” de disposiciones de la Escuela y de diversas normativas estatales cubanas, que “han incrementado” los gastos del centro y que “falsean” la contabilidad.
Además citó otros episodios, como el pago de salarios “indebidamente”, extracciones bancarias realizadas “sin la autorización correspondiente” y gastos “injustificados” que no guardan relación con la actividad docente.
El viceministro dijo que “las principales autoridades de la escuela reconocieron su responsabilidad administrativa con las violaciones detectadas”.
También indica que el Ministerio de Cultura “trabajará con la Escuela para poder cubrir los gastos previstos para esta etapa” y aseguró que la actividad docente “no se afectará en lo más mínimo”.
No obstante, advirtió que se deberán “adoptar medidas concretas” para evitar que se repitan hechos como los que han involucrado ahora a la prestigiosa institución.
El fiscal jefe de la provincia de Artemisa, Arnel Hernández, informó del resultado de la investigación a los estudiantes y profesores de la EICTV a principios de la semana pasada en una reunión a la que asistieron el ministro de Cultura, Rafael Bernal, el vicefiscal General de la isla, Carlos Concepción, entre otros funcionarios, según el reporte.
Fuentes de la Escuela de Cine confirmaron este lunes a Efe que el director desde 2011, el realizador y productor guatemalteco Rafael Rosal Paz, ya no ocupa ese cargo y que en los próximos días el Consejo de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano designará su sustituto.
Asimismo, el ingreso de nuevos estudiantes del próximo curso regular ha sido aplazado hasta 2014 con el fin de que se incorporen a la escuela “con un mejor ambiente”, tras la situación que se ha suscitado en las últimas semanas, según una fuente académica del centro.
La EICTV tiene actualmente una matrícula de 112 estudiantes y el próximo lunes 22 está prevista la graduación de 36 nuevos profesionales del audiovisual de 17 países.
Hasta el 2012 la Escuela ha graduado 770 alumnos de 55 países, muchos de los cuales han recibido premios con sus filmes en festivales y otros eventos cinematográficos.

10/7/13

Finaliza con éxito el rodaje de la nueva película de Carlos Moreno, ¡QUE VIVA LA MÚSICA!

Producida por Dynamo, la más reciente producción del director caleño espera ser estrenada en el primer semestre de 2014


Luego de 36 días de filmación en la ciudad de Cali, finalizó la etapa de rodaje de la película ¡QUE VIVA LA MÚSICA!, la cuarta producción del director colombiano Carlos Moreno (Perro come perro, Todos tus muertos), producida por Rodrigo Guerrero (Satanás, La cara oculta) de Dynamo. El filme inspirado en el libro homónimo del escritor Andrés Caicedo, es protagonizado por Paulina Dávila como María del Carmen, Christian Tappan como Don Rufián, Nelson Camayo en el papel de Bárbaro, Alejandra Ávila como Mariángela y Juan Pablo Barragán como Rubén.

La película fue rodada en la ciudad de Cali, con una cámara Arri Alexa, en lugares variados como Jamundí y el río Pance, e incluyó diez escenas de baile, filmadas en refugios de salsa como La Nellyteka, La Matraca, La Bodega Cubana, El Chorrito Antillano, el Balneario Piedragrande, y Lulu's Latino, donde participaron 400 extras bailando. ¡QUE VIVA LA MÚSICA! cuenta con una banda sonora compuesta por 30 canciones de los más diversos géneros pensadas para un público de 18 a 24 años, que se puedan identificar con una Cali actual y gran parte del cual, no conoce aún la obra literaria de Andrés Caicedo. "Se cumplió con el tiempo y el presupuesto, no tuvimos inconvenientes. Fué un rodaje donde predominó la buena energía, la integración del equipo artístico y técnico y todos se "pusieron la camiseta" del proyecto para sacarlo adelante de manera exitosa", afirma Rodrigo Guerrero, productor del filme.


¡QUE VIVA LA MÚSICA! es un recorrido por la ciudad de Cali que nos invita a conocer y sentir, a través de la vida de María del Carmen, una joven adolescente caleña, cada rincón de una ciudad marcada por la diversidad de ritmos musicales como la salsa, y el rock. Inspirada en el libro homónimo de Andrés Caicedo, es una historia ambientada en un universo musical, en una ciudad que enfrenta los días bailando. ¡QUE VIVA LA MÚSICA! espera ser estrenada en 2014. La más reciente producción de Carlos Moreno, se rodó con la colaboración de Caracol Televisión, Cinecolombia, Caracol Radio, Hoteles Estelar y Colombina.

"A medida que pasa el tiempo con seguridad se generarán posiciones encontradas, entre los nuevos públicos que están descubriendo el universo literario de Caicedo gracias a nuestro proyecto, y aquellos que lo conocen a fondo desde años atrás. Ya será la película terminada y en pantalla grande quien de la palabra final, y hable por sí misma. La película sin duda continuará generando polémica, pues sólo el equipo de trabajo conoce realmente lo que ha sido esta propuesta de llevar la novela de Andrés Caicedo al cine, sin ser ésta una adaptación directa, y ser una versión libre, ubicada en la Cali contemporánea", agrega Guerrero.

Durante siete semanas el fanpage de la película obtuvo un total de 4.158 seguidores en Facebook (facebook.com/peliculaquevivalamusica) y 45.238 visitas a los videos del detrás de cámaras (youtube.com/ldancintv). A continuación puede ver el más reciente video, que incluye el detrás de cámaras de la sexta semana de rodaje

 

9/7/13

Una niña prodigiosa y una maleta

Una banda de niños de la calle tiene grandes esperanzas a medida que se acerca la noche de Navidad: ¿La pasarán entre amigos? ¿O tal vez con sus parejas? ¿Tendrán suficiente dinero como para hacer su propia fiesta? ¿Será que estrenan ropa? Todas estas expectativas, que al final no se materializan, llevan a un final terrible: soledad, desánimo, drogas y muerte. La cara oculta de una ciudad intensa y cruel…  

Reseña de La vendedora de rosas

Festival de Cine de Cannes, 1998


La foto fue tomada en la gala de presentación de La vendedora de rosas en el Festival de Cine de Cannes, el 13 de mayo de 1998. El Zarco, Lady, Víctor y su esposa Marcela parecen mirar cada uno para un lugar diferente. Lady mira al cielo, ilusionada, como si contemplara un sueño.
 
Quince años después, en esta fotografía de Juan Fernando Ospina, parece que Lady hubiera vivido varias vidas. Es madre, viuda y está interna en el Complejo Carcelario y Penitenciario de Medellín El Pedegral, donde paga una condena de 26 años y 6 meses. En su figura casi no se reconoce esa niña prodigiosa que vivió la ilusión de un futuro diferente. 
Si El diablo existiera y hubiera imaginado la historia de Lady Tabares, sería así: "Primero haré que conozca el infierno de los hombres, luego que padezca la gloria de los ángeles, y después la encerraré para que contemple mi obra, que todos llamarán un cuento de hadas"
Hace quince años, a mediados de mayo, cuando los cerezos estaban en flor en el Viejo continente, una quinceañera atrevida de un país duro caminaba por las calles de Cannes, en la Costa Azul francesa, como si hubiera viajado en el tiempo. Iba vestida de gala y descalza, rumbo a una alfombra roja de cartelera mundial. A su lado iba una limosina con un joven duro, de un país atrevido, vestido de esmoquin, que tomaba champaña y la miraba por la ventanilla.
—Lady, subite —le decía.
Ambos iban camino de convertirse en estrellas de cine. La historia de la jovencita había empezado en otra época, en otro lugar, muchos años antes, y estaba escrito que en el futuro, en la primavera francesa de 1998, La vendedora de cerillas de Christian Andersen sería encarnada por una vendedora de rosas. Encarnaría por obra de un director de cine de ese país atrevido y duro, llamado Víctor Gaviria, capaz de encontrar en la vida real un cuento infantil.
Desde la presentación de Ramiro Meneses, protagonista de Rodrigo D. No Futuro, en el Festival de Cannes de 1990, ningún colombiano había estado cerca de lo que Lady Tabares viviría aquella primavera, pues ninguna otra película colombiana ha estado en la competencia oficial por la Palma de Oro.
"En algún momento pensé que la protagonista de la vendedora era una persona disparatada, díscola, pero yo me imaginaba un término medio de la vida en la calle, que no era solamente caos y desorden, sino que mantenía una esencia que la protegía de todo. Cuando conocí a Mónica Rodríguez me proyectó eso; era ladrona, vivía ensacolada, y aun así, era una persona que permanecía en su sitio, justa, en la que podías confiar. Así era Lady Tabares".
Quien habla es Víctor Gaviria, y Mónica Rodríguez es la niña en cuya vida se basó para crear su vendedora de rosas. El joven que iba en la limosina era 'El Zarco', el antagonista de la película, quien estuvo a punto de no ir a Cannes. El día del viaje en los controles de inmigración del aeropuerto de Bogotá le pidieron la cédula.
—La tengo en el maletín —dijo.
Y el maletín ya estaba embalado. Víctor y el Zarco salieron corriendo a ver si conseguían sacar la maleta del avión. Por aquella empatía colombiana con quienes se sospecha triunfarán en el exterior, los dejaron ir a la pista y bajaron las maletas del avión. Buscaban una maleta gris entre decenas de maletas grises. Buscaron y buscaron hasta que el Zarco reconoció la suya. Era muy grande, pero parecía vacía. La abrió. Víctor no podía creer lo que veía: una camiseta, un calzoncillo, un par de medias y la cédula. Miró para los lados para ver si alguien los estaba viendo.
—Zarquito, ¿pero vos no trajiste nada?
—Güevón, yo no tengo nada.
Más tarde Víctor se daría cuenta de que el Zarco quería devolverse con ella llena.
***
En Cannes los alojó un productor francés en una mansión junto al mar, con cava de vinos y acceso directo a la playa. Vieron por televisión la gala inaugural, con la presencia de Kofi Annan y John Travolta. Esperaban a que llegara su día. Bebían, hacían recocha y se acostaban tarde, se levantaban a mediodía y se iban para la playa.
Aunque había estado en la misma situación ocho años antes, y estaba seguro de que tenía pocas opciones frente a directores como Ken Loach y Theo Angelopoulos, Víctor se iba contagiando del desasosiego y la emoción de estar en el centro de atención.
Lady y el Zarco la pasaban mal con la comida. Querían comer fríjoles, arroz, carne frita y tajadas de maduro todos los días. La felicidad para ellos tenía pocos ingredientes. En las noches los atacaba la nostalgia y el mundo de Medellín se les venía encima.
—Víctor, yo vivo tirado —decía el Zarco.
Insistía en que lo único que le ayudaba a sobrevivir era enloquecerse con la droga. Lady miraba los tacones que tendría que ponerse el día de la gala y se acordaba de su madre.
—Mi mamá sí que sabe manejar estos —decía.
"Desde que llegamos a Cannes nos enamoramos de Lady. Nos tenía asombrados con su desparpajo, su inteligencia; teníamos la cara más hermosa de una niña de la calle, llena de gracia y de luz, un ángel. El Zarco entró en una dimensión de muchacho bueno, con una vida normal, fuera de la droga; no le faltaba sino ir al colegio. Y se dio cuenta de que se había enamorado".
—Víctor, estoy enamorado de Lady —le dijo.
Él nunca se había fijado en ella, pero en Cannes era una niña gigante, cada cosa que hacía tenía un valor inmenso. Le dio porque tenían que ser novios. Lady se asustaba y se moría de la risa.
—Usted está loco —le decía. Aunque en algún momento lo pensó.
Erwin Goggel, principal mecenas de la delegación que viajó a Cannes, patrocinó el esmoquin del Zarco y le compró a Lady un ajuar para los días importantes: un vestido café, con chaleco, con el que ella se sentía muy rara, uno plateado y otro negro, con el que finalmente se vestiría en la premier.
El miércoles 13 de mayo llegó el día para La vendedora de rosas. Hubo revuelo en la mansión. La gente corría de abajo para arriba, Lady escuchaba voces que decían "péineme aquí", "hágame así", "maquílleme acá", "ya viene la limosina…".
—¡¿Limosina?!
La terminaron de peinar y le dejaron dos mechones crespos a lado y lado de la cara. Era una quinceañera lista para bailar el vals, pero se puso nerviosa. Cuando llegó la limosina no se quiso subir y se quitó los tacones. Si iba a ser famosa, lo haría como su realidad la obligaba: caminando y descalza (¡Ay, las metáforas! ¡La poesía del sacol! ¡Para qué zapatos si no hay casa!).
La Croisette, la famosa avenida que da paso a los escenarios del Palacio de Eventos y Congresos donde se realiza el Festival, conocería los pies de una niña de la calle. En la limosina también iba Víctor.
—Lady, súbase, vea que ya vamos a llegar —le decía, enamorado, a su ángel.
Detrás de ellos venía la limosina de Travolta.
"Cuando le muestran la película a la prensa uno se mete en el ritual del Festival, una cosa de ensueño con unos quinientos fotógrafos. Entramos al Palacio, subimos las escalinatas con la alfombra roja y llegamos a una terraza donde había periodistas del mundo entero. Uno se emociona, es un fuego a miles de grados que te derrite inmediatamente, y te creés que estás en el centro de las miradas de todo el mundo. Ese relámpago de flashes es una cosa extraordinaria, y pensás que te lo merecés, aunque no sepás por qué. Y sentís la emoción de ver esa niña de nadie venida de Niquitao, que por una casualidad había caído en una película, y al Zarco, ese bandido, personas que aparentemente no tenían méritos para estar allí; y darse cuenta de su talento y de lo que habíamos hecho… y los flashes tran, tran, tran… ¿Qué podían estar sintiendo ellos dos? Con los días me di cuenta de que tenían un secreto", dice Víctor.
***
La noche anterior hubo un escándalo en la mansión. Se perdieron unas joyas de la abuela de la asistente del jefe de prensa; varios collares y anillos de oro, con esmeraldas y diamantes. Víctor buscó a Lady y al Zarco y le preguntó a cada uno por su lado.
—Zarquito, ¿dónde están las joyas? Eso no se puede perder, hijueputa. Olvídense que eso no puede pasar, ni se les ocurra, tienen que aparecer.
—Ay Víctor, hermano, Lady es una ladrona, está enferma, no vaya a dejar nada por ahí…
Entonces Víctor se iba a hablar con Lady.
—Lady, hermosa, ¿dónde está eso? Tenés que devolver lo que se perdió.
—Ay, Víctor, el Zarco es un ladrón el hijueputa, no vaya a dejar nada por ahí si no quiere estar de traído.
Los dos ponían una cara de inocencia que desconcertaba a Víctor.
—Mañana tienen que estar acá — les dijo.
—Ojalá Lady devuelva eso —decía el Zarco.
Luego iba otra vez donde Lady.
—Yo creo que el Zarco las devuelve, él es muy ladrón, pero imposible…
Al otro día Víctor volvió a preguntarles.
—Lady, entonces, ¿las cosas qué?
—Yo le voy a decir al Zarco que entregue eso.
Iba donde el Zarco.
—Zarquito, dígale pues a Lady que entregue eso.
—Tranquilo Víctor, Lady las entrega.
Y aparecieron. No faltó una sola, pero Víctor seguía preguntándose quién había sido.
***
La sala principal del festival es para unas 1.500 personas, un auditorio moderno dividido en terrazas. En el medio están los asientos reservados para el director, los actores y el equipo de la película que se va a proyectar. La gala principal de La vendedora de rosas era a las diez de la noche. A la izquierda de Víctor se sentó Lady y a la derecha su esposa Marcela. Más allá estaban el Zarco y Ewin Goggel, quien esperaba que ganaran algo para recuperar una parte de la inversión que había hecho, o para sentir que el esfuerzo había valido la pena.
Una voz nombró al director, al productor y a los actores. Cada uno se puso de pie, los iluminaron y saludaron. Y empezó la película. Lady temblaba y Víctor la abrazaba. Ella los miraba a él y a Erwin sorprendida, tratando de entender por qué estaba tan emocionados.
Se fueron metiendo en la historia, en ese mundo extraño que por primera vez era visto por ojos ajenos, una tierra oscura llena de peligros donde un grupo de niños se enamora, alucina y tiene viajes fantásticos a sus propios recuerdos. Y en ese preciso momento, por el acto mágico de la mirada de un director de cine, eran, existían, salían de las alcantarillas, trasportados como Momos sin tiempo.

  Lady lloraba. Víctor la miraba y se le aguaban los ojos. Hacia el final de la película lloró de pensar que estaba en Cannes, entre grandes directores, ofreciendo ese mundo en el que había creído, acompañado de personas tan humildes, héroes de la vida cotidiana, y agradeció al cine por haberle permitido comunicar una realidad que en su país nadie quería ver.
Como la vendedora de cerillas del cuento de Andersen, la vendedora de rosas muere feliz, alucinando, en los brazos de su abuelita, pero no a causa de un frío invernal sino de una bala perdida.
La pantalla se quedó en negro y por unos segundos hubo silencio.
—¿Qué está pasando? ¿Qué significa esto? ¿Les gustó? —decía Lady.
—Tranquila, ahora cuando enciendan la luz la gente se va a acercar. No te preocupes, yo voy a estar aquí.
“Apenas terminó la película hubo un aplauso enorme, enorme, enorme. Nos levantamos a recibirlo, llorando. Alrededor había grandes invitados, burguesía europea, mujeres elegantísimas con el maquillaje corrido por las lágrimas. Salimos y toda la atención se dirigió hacia Lady, que también tenía el maquillaje corrido; esas señoras maduras, madres, que se veían muy cultas, estaban derretidas por ella, con una conmoción y una compasión tremendas. Era como si hubiera llovido dentro de la sala, como si estuvieran viendo todo a través de un parabrisas”.
Esa noche hubo fiesta colombiana en Cannes, con conjunto vallenato, embajador y cuanto pato nacional pudo colarse. Quedaba una semana de festival y a partir de ese momento Víctor y Lady se dedicaron a dar entrevistas.
En la mansión Lady y el Zarco armaron campamentos aparte, cada uno se apoderó de su espacio, al que solo accedían quienes ellos invitaran. El Zarco hacía fiestas, Lady se encerraba a hablar por teléfono con su mamá. En los ratos libres salían a la playa o de paseo, en compañía de dos jamaiquinos que tenían la misión de acompañarlos. Lady quería comprar todas las lociones que veía y el Zarco acumulaba souvenirs para llenar su maleta, detalles que le regalaban, cachivaches que se robaba.
Por su parte, Víctor seguía promocionando su película y soñando que quizás podrían ganar algo. Los comentarios eran muy buenos: “Los niños de la calle de Medellín comparten estrellato con Mira Sorvino”; “Bello filme colombiano en una jornada lúgubre”, tituló la prensa europea. Y también recogía chucherías y compraba confites, chocolates y candelas para llevarles a los actores que no habían viajado con ellos y que seguían buscando su viaje mágico en una botella de sacol. Llenó una maleta de regalos, parecía un vendedor ambulante.
“Me fui dando cuenta de que el secreto de Lady y el Zarco era que no tenían nada en Medellín. Estaban en una burbuja de irrealidad salida de la nada porque cuando volvieran qué más iban a tener. Ese era el significado de la maleta del Zarco, y por eso la quería llenar de cosas. Cuando llegamos a Medellín me di cuenta de que me habían robado casi todo de la maleta que yo había llenado”.
***
 Con excepción de Omayra Sánchez, la niña muerta en Armero, Lady Tabares sigue siendo la niña más famosa de Colombia; no importa que ahora sea una mujer, madre de dos hijos.
En la cárcel El Pedregal, a las afueras de Medellín, Lady recuerda con alegría cómo le temblaban las piernas esa noche en Cannes, el sudor en las manos de Víctor, los ojos encharcados de Erwin, la alegría del Zarco. Fue el mejor momento de su vida: la llama de la cerilla del cuento de hadas, una alucinación en la que fue una princesa respetada, halagada, pero una llama efímera al fin y al cabo.
Ha pasado los últimos once años de su vida encerrada, y ahora la alumbran las luces sin alma de la prisión. El vestido de gala se transformó en una camiseta y un pantalón ancho, los tacones en unos tenis, y el pelo largo y negro ahora está corto y rapado a los lados, teñido de amarillo, con una cola que le cae en el centro de la espalda.
La historia de cómo se apagó su llama es muy conocida, la televisión se ha encargado de mantenernos al tanto de las vicisitudes de esta niña-mujer que ya hace parte de nuestra cultura popular, como si El diablo no hubiera terminado de escribir el cuento y la hubiera condenado a contar su historia una y otra vez.
Entre rejas, Lady repite, en decenas de entrevistas, la historia del asesinato del padre de su primer hijo en su cara, el momento oscuro en que se vio involucrada en el asesinato por el que está condenada, y su lucha por que en la cárcel le den un trato digno y no le cobren con castigos ser una famosa caída en desgracia.
En el papel le quedan quince años y ocho meses para cumplir su condena, pero seguramente le faltan menos para salir en libertad condicional. Hoy tiene treinta años, y para cuando salga tendrá todavía mucha vida por vivir, como si ya no hubiera vivido varias.
Se imagina qué hubiera sido de ella si no hubiera sido La vendedora de rosas; quizás hubiera estudiado o sería una ladrona, no lo sabe, porque las personas con menos recursos, dice, buscan las cosas por las vías más complicadas, aunque digan que son las más fáciles.
“El relato de Lady está escribiéndose… Me imagino el final del cuento con ella libre, haciendo otra película muy hermosa y encarnando esa mujer que ella representa en el país, esa mujer de barrio, casi sin cultura, a la que le ha tocado desde niña vivir las dificultades más enormes; como un ícono popular, una persona que represente una voz, con esa voz de ella, sensata, generosa, equilibrada, para que haya una redención colectiva a través de ella y se entienda que los pecados en los que cae la gente en esas circunstancias son inevitables”.
***
El último día del festival, cuando se supo el desenlace de ese viaje mágico, el Zarco dejó de ser un niño bueno. Al oír los nombres de los ganadores, se sintió seco de la tristeza.
—Me estoy comiendo una tostada en el desierto, Víctor —decía.
La eternidad y un día, de Theo Angelopoulos, se quedó con la Palma de Oro; La vida es bella, de Roberto Benigni, con el gran premio del jurado; La vida soñada de los ángeles, de Eric Zonca, con el premio a mejor actriz; Mi nombre es Joe, de Ken Loach, con el de mejor actor, y El general, de John Boorman, con el de mejor director.
—Les voy a robar, Víctor, les voy a robar la palma de oro a estos hijueputas, esta noche me les meto a estos malparidos y mañana sale en los periódicos.
El cuento que El diablo sí terminó fue el del Zarco. No hubo robo ni titulares de prensa en Cannes. Regresó con una maleta llena a la cara oculta de esa ciudad donde no tenía nada, pero dos años después, en un atraco a un carro, fue asesinado.

2/7/13

Bertolucci: "La izquierda italiana se ha suicidado"

El gran realizador italiano vuelve a la carga. Autor de obras fundamentales como Novecento  y  El último tango en París, está fascinado por la tecnología y la frescura de los jóvenes

Bernardo Bertolucci. / Alessandro Dobici./elpais.com
Bernardo Bertolucci ha regresado. A sus 72 años, el director de cine italiano conduce su "silla eléctrica" por el barrio del Trastevere sorteando los agujeros que el anterior alcalde, el posfascista Gianni Alemanno, le ha dejado en herencia a la ciudad de Roma. El autor –entre otras muchas– de El último tango en París, Novecento y El último emperador había firmado su última película (Soñadores) en 2003, y desde entonces se había encerrado, tal vez escondido, en este silencioso apartamento de techos altos, libros y recuerdos junto al Tíber. El año pasado, una novela del escritor Niccolò Ammaniti, Io e te (publicada en España por Anagrama con el título Tú y yo), logró finalmente sacarlo de su soledad buscada, de esas cuatro paredes en las que tantas otras veces ha encerrado a sus personajes. "El cine es mi terapia", reconoce, para preguntar después con la ilusión de un chaval: "¿Sabes que seré presidente del jurado en el Festival de Venecia?". La promoción en Italia de Tú y yo (que se estrena en España el 26 de julio) le ha servido para constatar que, al margen de las críticas buenas o malas, los italianos lo sitúan ya en el altar de sus mitos. Dice que está fascinado por las nuevas tecnologías –valoró incluso la posibilidad de rodar su última obra en 3D–, pero muy preocupado por esta Italia que, tan religiosa de puertas para afuera, no termina de hacer propósito de enmienda ante sus pecados ancestrales. Tal vez por eso sigue buscando en la esperanza que encierran los jóvenes su fuente de inspiración.
¿Qué debe tener un libro, un guion, para que se decida a convertirlo en una película?
Cada vez es por una cosa distinta. Aquí es por los jóvenes. Me gusta trabajar con jóvenes. También en la última película, Soñadores, lo son. No sé por qué. No es solo por estética, la belleza que todavía conservan. Tal vez es porque tengo la sensación de verlos crecer delante de la cámara. De hecho, Jacopo [Olmo Antinori, el protagonista masculino de Io e te] ha crecido desde el inicio hasta el fin de la película. Lamentablemente no me acordé de tomar las medidas haciendo una señal sobre la pared. Habría sido bonito. Me gusta mucho la frescura de los jóvenes. En esta película se hace evidente una estrategia mía de director: una vez terminado el reparto, cuando comienza el rodaje, aquello que he ido descubriendo en los actores se convierte en un material para mí irrenunciable, que va modelando a los personajes escritos sobre el papel, otorgándoles un aspecto más definido. Tea Falco [la protagonista femenina] es una muchacha de Catania, parece muy sofisticada con su pelo rubio y largo, pero a la vez –y es una pena que solo los italianos que vean la película puedan notarlo– tiene un marcado acento siciliano. El resultado es que tenemos a una especie de modelo salida de Vogue que, cuando habla, tiene este acento… Después se descubre que detrás de esa belleza y ese acento hay una historia. También los espectadores. Es un viaje.
Un viaje al trastero del sótano puede convertirse en un viaje hacia el infinito.

"Con el cine busco la poesía"
Así es. Solo al final de la película podremos deducir un viaje hacia el infinito. Antes no se sabe cómo será este viaje, adónde irá Lorenzo. Un adolescente que, en vez de marcharse de excursión durante la semana blanca, elige la opción más extrema para un chico de 14 años, la de encerrarse en el sótano de casa, haciéndoles creer a sus padres que está muy lejos de allí, con sus compañeros de clase, disfrutando de la semana blanca. Yo no he tenido hijos, pero a través de los hijos de algunos amigos he sabido que es una edad muy difícil. He visto a estos muchachos sentir odio por sus padres, vergüenza de salir a la calle con ellos. Se cierran en su habitación, con la música altísima. Es un momento de la vida verdaderamente difícil. De hecho, al inicio de la película, la relación del protagonista con la madre, ya se ve que él no logra controlarse, que la provoca. Pueden ser muy infantiles y muy adultos a la vez. Tener –como Lorenzo– caracteres contradictorios. Ser muy retraídos hasta llegar a preocupar a los padres y, en cambio, demostrar muy buen sentido, mucho control. Se ve cuando organiza meticulosamente su encierro.
Como en El último tango en París (1972) o en Asediada (1998), en su nueva película también encierra a su pareja protagonista en un lugar aislado, para que desde allí busquen la libertad, la transgresión. ¿Se siente usted bien en los lugares cerrados?
Mira a tu alrededor. Hace bastante tiempo elegí este lugar donde estar siempre. Y esta última película la he rodado aquí al lado, al final de Via Corsini. Al lado del Jardín Botánico hay una casa con un estudio muy grande propiedad de un pintor de vanguardia, Sandro Chia, y en ese estudio hemos creado las condiciones para que me pudiera mover por allí con la silla eléctrica, dentro del patio, en el garaje… No tardaba más de un minuto en ir de mi casa al rodaje. Me he tenido que crear unas condiciones amables para trabajar sabiendo que esta ciudad no es –o no era en el tiempo del alcalde Gianni Alemanno [alcalde de Roma hasta hace un mes]– una ciudad amigable. El Trastevere es un barrio muy hermoso, pero cuando salgo de casa tengo que estar muy atento a no tropezar con mi silla eléctrica, porque faltan sampietrini [los característicos adoquines romanos], hay agujeros en las aceras, corro un riesgo cierto de caerme. Esta ciudad tan bella se ha convertido en lo contrario de amable. Es hostil.
Su otra ciudad prohibida…
Cierto. Es una verdadera ciudad prohibida. Por cierto, ¡también la ciudad prohibida de El último emperador (1987) era un espacio cerrado! Otra película mía que se desarrolla en un lugar cerrado. No sé. Tal vez en el fondo esto tenga alguna relación con el hecho de que a mí, cuando tenía cuatro o cinco años, me gustaba mucho ir a la cama de mis padres y meterme bajo las sábanas, ir hasta el final – con el pánico de asfixiarme– y luego regresar para volver a respirar. Nunca se sabe si esas pequeñas cosas de crío… Pero es verdad eso que se dice: buscar la libertad en un lugar cerrado. Eso es.
Claustrofilia en vez de claustrofobia…
Sí, mucha gente suele sentir claustrofobia en los lugares cerrados, yo en cambio siento claustrofilia.
A pesar del tiempo transcurrido desde que rodó por última vez, su última pe­lícula está llena de huellas de otras ­películas suyas.
Ummm… Es probable. Pero no a propósito. ¿En qué piensa?
Ya hemos hablado de los lugares cerrados, pero también está el baile de los protagonistas.
¿El baile entre hermano y hermana? Sí, tal vez. Es una especie de catarsis. En ese momento, allí, en el trastero del sótano, yo veo que florece el amor entre ellos y que lo aceptan. Es el momento en que se rinden y aceptan amarse. Me he reído porque algún amigo, algo decepcionado, me ha dicho: "Yo esperaba que sucediese alguna cosa erótica". No. El amor entre hermano y hermana puede ser también erótico, naturalmente, pero aquí no me interesaba esa vía. Me interesaba más la otra experiencia, la de llegar a la liberación a través de un trastero oscuro. La ayuda que él, un chico de 14 años, es capaz de prestar a su hermana, 10 años mayor, drogadicta, para ayudarla a salir del síndrome de abstinencia. Él le acompaña, e incluso va a robar los somníferos de su abuela. Y allí él está creciendo.
¿Los jóvenes de hoy piensan todavía que es posible cambiar el mundo como aquellos de hace 30 o 40 años?
No lo sé. Lamentablemente no tengo hijos. Veo solo a los hijos de los amigos. Yo viví una época extraordinaria. Desde niño ya crecí en la leyenda de la resistencia –yo soy de Parma, los partisanos, los comunistas…–, y después me encontré con esa onda maravillosa de los años sesenta, del 68, que ha sido después muy criticada, olvidada incluso. Pero para mí el 68 –que duró hasta la década de los ochenta– sigue siendo muy importante: fue el último momento en que, a través de los jóvenes, la gran comunidad internacional soñó con cambiar el mundo. Y de allí partió de alguna manera el nuevo modelo de sociedad. Después del 68, por ejemplo, las mujeres lograron mucho más espacio y comenzaron a ser conscientes de su papel en la sociedad… Hoy no sé si los jóvenes conservan ese espíritu.
Ahora, al menos, las calles vuelven a estar llenas de gente que busca una salida. Tal vez haya algo en el ambiente parecido a aquella época.
Yo miro mucho al presente. Miro sin estar presente. Veo muchas cosas. Y lo que siento es que el cambio ha sido muy fuerte, pero no nos hemos dado cuenta. Se nota en todo. Incluso en la actitud que se tiene al juzgar una película. Nuestra generación tenía una actitud muy diferente.
 ¿En qué sentido?
Tal vez porque no teníamos esa especie de bombardeo constante de imágenes. Y que de alguna manera empobrecen la sorpresa de una película. Cuando yo tenía 15 años, se hablaba de un chino y se pensaba en los chinos que había dentro de las novelas de aventuras. Fíjate: yo estaba tan fascinado por el misterio de los chinos que fui a China a hacer El último emperador Ja, ja, ja. Pero ahora todo se ha globalizado y desmitificado. Hay cosas cercanas que estaban en el fondo del tabú.
Hablando de tabúes, a principios de los setenta, después de rodar El último tango en París, usted perdió el derecho de voto por ofensa al pudor. Fue condenado en Italia, y también lo fue Marlon Brando. ¿Aquellos tabúes cayeron del todo o están todavía en pie, sobre todo en Italia, donde la presencia del Vaticano es muy fuerte?
Hace 40 años, los jueces condenaron la película, al autor, a los actores, al productor con penas que incluían la prisión, pero al final nos dieron la condicional y no tuvimos que ir. Pero sí nos quitaron los derechos civiles. Yo no pude votar durante cinco años. Para mí supuso una herida. Tenga en cuenta que fue a mitad de los años sesenta, era justo cuando estábamos más politizados, cuando rodé Novecento. No sé. A pesar de las expresiones multitudinarias de fe, el modo de ser religioso de los italianos es, digámoslo así, muy cómodo. Las iglesias están vacías, a los seminarios solo van los jóvenes que vienen de países en vías de desarrollo. El hecho de haber elegido a Francisco ha sido una gran jugada de astucia por parte del Vaticano. Porque la Iglesia vive unos momentos difíciles, la presión de quienes quieren que los curas se casen, los casos de pederastia. ¿No crees que si los curas pudieran casarse no disminuiría el problema? ¿Tú eres católico…? Yo no puedo decir que no soy católico. Porque he nacido en este país, somos de procedencia católica. Y sobre la presión de la Iglesia, qué decir… Los romanos, dada la cercanía del Vaticano, han encontrado un modo inteligente de convivir.
¿Cómo ve la actual situación de Italia?
Después de las elecciones generales, me ha dado la impresión de estar asistiendo al suicidio del centroizquierda. Me parece que el Partido Democrático (PD) ha puesto en escena un gran suicidio. Y ni siquiera romántico. Estamos viviendo un momento más fuerte incluso que cuando el Partido Comunista Italiano (PCI) se fue despojando del nombre para convertirse en el Partido Democrático. Lo de ahora es un suicidio. ¿Qué error han cometido? No lo sé. Se puede hablar de una mutación casi. En cualquier caso, durante mi ya larga vida he visto y vivido situaciones que parecía imposible que sucedieran. Tal vez por eso mi generación, e incluso las generaciones más jóvenes, somos incapaces de leer bien lo que sucede. Analizamos siempre lo que sucede con una óptica un poco… anticuada.


El cineasta Bernardo Bertolucci. / ALESSANDRO DOBICI
 Tal vez esa óptica pueda servir de referencia para entender que está sucediendo en Italia, en Europa en su conjunto, un empobrecimiento general, una pérdida de algunos derechos alcanzados. Hace unas semanas, Soledad Gallego-Díaz escribía en EL PAÍS que "la normalidad" en Grecia incluye que un 10% de los niños sufran inseguridad alimentaria y que Amanecer Dorado envíe al hospital a seis inmigrantes diariamente. Y decía: "El jueves, como en Novecento, un capataz disparó contra jornaleros inmigrantes que reclamaban salarios atrasados".
¿En Grecia? ¿Y lo comparó con Novecento? Sí, ciertamente hay una alarma social de la que no se habla lo suficiente porque se tiene miedo. Yo no sería capaz de condenar a un padre que roba para dar de comer a sus hijos. Creo que pueden darse situaciones dramáticas.
En Parma, su ciudad, escenario también de Antes de la revolución (1964), se produjo el primer éxito electoral de Beppe Grillo, que precisamente es quien ha capitalizado la indignación que provocan esas situaciones tan dramáticas. ¿Qué piensa del Movimiento 5 Estrellas?
A pesar de haber nacido de la improvisación, y de sufrir de esta improvisación, Beppe Grillo ha logrado mostrarse como el representante alternativo de una Italia que ya no soporta la corrupción. Es un cómico, un hombre de teatro, y sabe cómo atrapar a la gente. Lo he visto el año pasado en sus mítines. Desde el escenario decía: "PDL [el partido de Silvio Berlusconi], vaffanculo, PD vaffanculo". Y luego decía: no somos un partido, somos un movimiento. Hay alguna cosa que no me disgusta, la crítica a la liturgia política. Pero, por otra parte, perdona, Beppe, si no sois un partido, ¿qué sois? ¿Tú? ¿Solo tú y alrededor toda Italia adorándote…? No, sin partido no se puede gestionar la sociedad en la que estamos habituados a vivir. No quiero un líder único. He sido educado para amar las diferencias, los distintos.
En los últimos tiempos, en Italia se ha vuelto a hablar de Tangentopoli, aquella extensa red de corrupción que acabó con la Primera República. Dos décadas después, da la impresión de que estamos en las mismas…
En aquel momento, yo me decía: Italia no debe perder esta oportunidad. No solo por los 200 o 300 involucrados en el proceso de Manos Limpias. Aquello era solo la parte visible del iceberg. El problema es que aquí todos estamos en esa mentalidad. En Italia somos muy poco respetuosos con las reglas. A veces los italianos hasta nos vanagloriamos de no haber respetado las reglas. Viviendo mucho tiempo fuera, por ejemplo en Inglaterra, me he dado cuenta de que la gente respeta las reglas, y cuando uno no las respeta, los otros le llaman la atención. En Italia hay otra mentalidad. Por eso digo que los italianos no aprovecharon la experiencia de Tangentopoli para hacer examen de conciencia. El ejemplo es que durante los 20 años que siguieron al proceso Manos Limpias votaron a Berlusconi.
Y todavía le siguen votando…
Sí, todavía. En las últimas elecciones generales no lo ha hecho nada mal. ¿Qué se puede decir ante esto? Tal vez se pueda decir: "Ah, sí, antes ya habían votado a Mussolini". Hay en el alma de los italianos la búsqueda de una figura autoritaria. Es justo aquello contra lo que me enseñaron a luchar desde niño.
Cómo influyó su padre, Attilio Bertolucci, un poeta muy querido, en su vocación.
Nada más empecé a leer, supe que mi padre escribía poesía. Y leí una poesía que se llama La rosa blanca, que dice: "Cogeré para ti / la última rosa del jardín, / la rosa blanca que florece / en las primeras nieblas. / Las ávidas abejas la han visitado / hasta ayer, / pero es tan dulce aún / que hace temblar. / Es un retrato tuyo a treinta años / un poco desmemoriada, / como tú serás entonces". Leí aquella poesía y salí al jardín, y allí, al fondo, estaba la rosa blanca. No tuve necesidad de ir más lejos. Entendí enseguida que la poesía de mi padre estaba hecha con aquello que tenía alrededor. Es como si él me hubiese enseñado a buscar la poesía en todo. En todo. También donde no te lo esperas. Esta es la cosa más importante. Escribí poesía, pero decidí no continuar porque él era demasiado bueno y no podía ganarle. Así que cambié de oficio. Fue él, de alguna manera, quien me orientó hacia el cine… Con el cine, también yo busco la poesía.

El hijo del poeta


Leonard de Raemy
Bernardo Bertolucci (Parma, Italia, 1941) supo nada más empezar a leer que su padre escribía poesía. Con los versos de 'La rosa blanca' comprendió siendo un niño que era hijo de alguien que hacía poesía con lo sencillo, aquello que tenía a su alrededor. Y sintió que su padre le había enseñado a saber buscar la lírica en todas partes.
Después se convirtió en cineasta. Autor de títulos inolvidables de la ­historia del cine en el siglo XX como 'Novecento', 'El último tango en París' y 'El último emperador', estrenó su última cinta, 'Soñadores', en 2003. Diez años después vuelve a buscar la poesía del cine en un nuevo título de su filmografía, 'Tú y yo', que se estrena en España a finales de julio.