9/1/12

Meryl Streep hace brillar a 'La Dama de Hierro

Gracias a su interpretación de Margaret Thatcher, la actriz está en boca del mundo. Perfil

La actriz Meryl Streep interpreta a Margaret Thatcher. foto.fuente:eltiempo.com


El pasado diciembre, no pocos se sorprendieron con que una mujer de 62 años fuera portada de la revista Vogue. Pero no se trataba de cualquier mujer, sino de una bellísima Meryl Streep, descrita por la publicación como "la más grande actriz americana" -que, a propósito, había brillado en el 2006 como la intratable Miranda Priestly, editora de una revista muy parecida a Vogue, en El diablo viste a la moda-.

En los días finales del 2011 y los primeros del nuevo año, Streep ha copado la atención de los medios gracias al estreno mundial de The Iron Lady, una película sobre la polémica ex primera ministra británica Margaret Thatcher.

El filme, de Phyllida Lloyd (Mamma mia!), que se estrenó en diciembre en Los Ángeles y Nueva York, y este fin de semana en el Reino Unido y España, se centra en la vejez de la poderosa política conservadora que dominó la escena pública británica, especialmente en los años ochenta.

Esta ola de interés puede hacernos pensar en una consagración de la actriz, en sus "15 minutos de fama", a la usanza de algunos íconos efímeros de la moda y el espectáculo. Pero Streep lleva cuatro décadas en la cumbre y se ha mantenido en ella -con ocasionales altibajos- sin necesidad de grandes aspavientos, sin feriar su vida privada, gracias a una férrea disciplina y, según las palabras del director del Festival de Berlín, que le entregará un Oso de Oro honorífico en febrero, a "su talento de múltiples facetas, que combina con facilidad papeles dramáticos y de comedia".

Se ha movido entre el teatro, el cine y la televisión. En ésta última debutó como actriz, en la miniserie Holocausto, por la que ganó un Emmy; uno de sus papeles más recientes para la pantalla chica, en otra miniserie, Ángeles en América (Mike Nichols, 2003), esta vez sobre el amor en los tiempos del sida, le significó el segundo Emmy de su carrera.

Desde la década del setenta, Meryl Streep y los otros grandes actores de su generación (Dustin Hoffman, Jack Nicholson, Robert de Niro, Al Pacino), en complicidad con una nueva camada de directores (Spielberg, Coppola, Scorsese, De Palma), reposicionaron el cine estadounidense, lo sacaron de su estancamiento creativo y le plantaron cara a la arrogancia del cine europeo de los grandes maestros. Entre todos demostraron que cine, arte y entretenimiento no eran términos excluyentes, y que un filme podía ser un hecho importante en la vida pública, hasta el punto de definir el carácter de una época.

De esos años de furia son sus primeras apariciones en filmes emblemáticos como El francotirador (Michael Cimino, 1979) y Manhattan (Woody Allen, 1979). El éxito y los dos únicos Óscares de su carrera llegaron temprano, por sendos papeles dramáticos: una esposa que se separa de su marido y enfrenta la pelea legal por la custodia de su hijo, en Kramer vs. Kramer (Robert Benton, 1979), y una inmigrante polaca en Nueva York con un turbio pasado que se remonta a la Segunda Guerra Mundial, la atormentada Sophie Zawistowski, en La decisión de Sophie (Alan J. Pakula, 1982).

Cambios de registro

Aunque la estatuilla dorada le ha sido esquiva desde entonces, la trayectoria de Streep abunda en cambios de registro y en desafíos creativos que han medido su temple. Algunas de sus interpretaciones han cimentado su prestigio como actriz especializada en papeles de mujer madura, ocasionalmente malvada, de cara siempre a dilemas morales y existenciales: abandonada por su marido y entregada a un escandaloso romance con un caballero en la época victoriana en La amante del teniente francés (Karel Reisz, 1981); solitaria ama de casa que tiene un breve, pero fundamental romance con un fotógrafo de paso por Iowa en Los puentes de Madison (Clint Eastwood, 1995); periodista del The New Yorker que se enfrenta al delirio de las historias que se cruzan en Ladrón de orquídeas (Spike Jonze, 2002).

Una Clarissa Vaughan siempre tan activa y preocupada por los otros, pero finalmente con las manos vacías en el conmovedor tríptico femenino de Las horas (Stephen Daldry, 2002), o una hermana Aloysius, en La duda (John Patrick Shanley, 2008), sagaz conocedora de los resortes del mal, y que termina desenmascarando al sacerdote Flynn (Philip Seymour Hoffman), en un magnífico cabeza a cabeza entre dos inmensos actores.

Gracias a estas y otras convincentes actuaciones, el público ha ido incorporando el expresivo rostro de Meryl Streep como un territorio familiar, amable, pese a todo, un "oasis" de verdad humana en medio del artificio y la banalidad del cine estadounidense actual. Incluso en comedias o musicales alejados del mundo de la vida, como Mamma mía!, hay algo entrañable y cercano que la Streep logra transmitirnos. Es la gran tradición de la actuación realista que se impuso en el cine de su país desde los años de Lee Strasberg y el Actor's Studio.

En su rol de la antipática 'Dama de Hierro', los críticos y espectadores admiran la capacidad de Streep para mimetizarse con los gestos y la voz de la Thatcher, imitar el acento británico de la Primera Ministra y encarnarla en buena parte del tiempo de la película en una edad más avanzada que la de la propia actriz.

"¿Hay algo que Meryl Streep no pueda hacer?", se pregunta Peter Travers, crítico de Rolling Stone. Y todo esto a despecho de que la propia película no alcanza a despertar mayores entusiasmos.

La actriz, por su parte, ha aprovechado para llamar la atención sobre el potencial de las buenas historias y la posibilidad de volver los ojos a personajes mayores, para oponerse al culto a la juventud y a la novedad que prolifera en la gran industria del cine occidental.

Meryl Streep pasará a la historia del cine como un rostro y múltiples voces. Es legendaria su capacidad para cambiar de acento, hablar el lenguaje particular de cada personaje o encontrar insólitas inflexiones a su tono de voz. Pero todo eso no es más que técnica. Lo esencial está en otra parte, un algo difícil de nombrar: carisma, inteligencia, humanidad, palabras con las cuales se define mejor a una diosa que ha accedido a bajar del Olimpo para encarnar la comedia humana y habitar entre nosotros.

Críticas y defensas

David Cameron lamentó la visión de la película

Ante las críticas a la película del primer ministro británico, David Cameron, en el sentido en que habla "más sobre el envejecimiento y la demencia que sobre una Primera Ministra estupenda", Meryl Streep respondió que la idea de 'The Iron Lady' es "penetrar en el ser humano, en un momento de soledad, al final de su vida", y que las críticas tienen que ver con el "estigma" que acompaña la senilidad.

No es la mejor pagada de Hollywood

A pesar de su prestigio y de ser considerada por muchos como la mejor actriz viva, Meryl Streep apareció en el 2011 en el puesto 10 del 'ranking' de las estrellas mejor pagadas de Hollywood. Sus ingresos fueron de 10 millones de dólares, según la revista 'Forbes'. Angelina Jolie y Sarah Jessica Parker, las mejores ubicadas, obtuvieron, en contraste, ingresos por 30 millones de dólares cada una.

Cinco imperdibles de una gran actriz

Kramer vs. Kramer, de Robert Benton, 1979.
Los puentes de Madison, de Clint Eastwood, 1995.
Ladrón de orquídeas, de Spike Jonze, 2002.
Las horas, de Stephen Daldry, 2002.
La duda, de John Patrick Sanley, 2008.

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