8/10/10

Stone:"Los bancos son el imperio del mal"

Oliver Stone presentó ayer en Madrid la segunda parte de Wall Street, un alegato contra el sistema financiero en el que los nuevos malos son directamente los bancos. De regalo, una profecía: «La burbuja volverá a estallar»


El cineasta Oliver Stone.foto:EFE.fuente:abc.es


Pasadas las cinco de la tarde, Oliver Stone (64 años) recibía por turnos a los periodistas, mientras mitigaba el hambre que le había dejado nuestra principal compañía aérea. «No me explico cómo se come tan bien en España y tan mal en Iberia», comentó entre otras lindezas sobre el servicio recibido a bordo.

Pero la causa principal de la presencia del director en Madrid era la promoción de «Wall Street: el dinero nunca duerme», continuación, 23 años después, de la película que inmortalizó a Michael Douglas como Gordon Gekko, el tiburón de las finanzas con los dientes y el corazón más afilados que se han visto en décadas.
Para empezar, Stone se declaró inocente de la primera acusación: «Si hubiera querido ser oportunista habría hecho la segunda parte enseguida. Lo contrario es de tontos, porque hay toda una generación que vio la primera y ha muerto y hay una nueva generación que no conoce la película». Para el cineasta, lo ocurrido en los últimos meses es «el suceso más grande de la historia de Wall Street». «Quizá la Gran Depresión de 1929 fue algo peor», matiza, «pero si tenemos en cuenta los efectos mundiales y la inmediatez de las consecuencias nunca hubo nada igual».
El estadounidense define su película como «la historia de seis personas, seis tiburones dando vueltas en ese tanque que es Nueva York. Son madre e hijo, padre e hija y otros dos psicópatas financieros. Todos quieren atrapar a Shia LaBeouf porque lo pueden utilizar para sus planes de inversión y todos acaban traicionándose unos a otros de alguna manera. Igual que en la primera película, el mensaje es una mezcla de amor, traición y codicia».
La economía moderna
La principal diferencia con el Wall Street de 1987 es que «ahora la codicia es legal». «El personaje de Gekko lo dice irónicamente, porque los bancos están haciendo exactamente lo mismo que él hizo en los ochenta», asegura. «Gracias a la desregulación que ha habido en estas últimas décadas, ya no tienen supervisión y han perdido su ancla. Los grandes bancos», resume, «no todos, perdieron la perspectiva, se lanzaron a especular y traficaron con una seguridad que no vale nada. Lo que hicieron era legal, pero nada ético. Gekko los llama el imperio del mal. Y lo son».
Oliver Stone se lanza a hablar de economía moderna y no para. Se le enciende hasta el bigote, aunque sin perder la compostura. «En Inglaterra, hace dos días regalaron 18.000 millones de dólares a los bancos y la gente está indignada. ¿Cómo llevamos otra vez al caballo dentro del establo? No se trata de optimismo o esperanza. La vida sigue. Los niños nacen, la gente se casa… pero cada día es como volver al frente».
A ratos, el discurso se vuelve algo espeso, como le ocurre a la película en un momento dado, pero el autor de «Platoon» siempre se guarda algún disparo en la recámara, pese a que asegura tener «más tolerancia para todo tipo de comportamientos». «A medida que te haces mayor todas las cosas que piensas que no van a ocurrir, ocurren. Yo esperaba que no hubiera más guerras de Vietnam y me equivoqué. He visto cuatro burbujas. La primera fue la guerra de Vietnam. La segunda fue la era Reagan. La tercera fue la burbuja de internet. Mi padre trabajaba en Wall Street y se quedó asombrado de ver compañías comprando otras, que no habían tenido ningún beneficio, por miles de millones de dólares. . La cuarta burbuja es la inmobiliaria. Pero esa es la idea: cuando estallan estas burbujas los bancos ganan muchísimo dinero. Era todo mentira. Quizás la próxima burbuja sea el Gobierno en sí mismo o las compañías de energía alternativa. Eso es la evolución».
Y allí se quedó Oliver Stone, repitiendo al grupo siguiente sus ideas, tan duras como su apellido. La tarde es agradable y apetece pasear. Los únicos bancos abiertos son inofensivos.

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