25/3/10

Una ley seca para el cine en 3D

El uso del 3D no es novedad y viene funcionando, desde los 50, como salvavidas de la industria cada vez que pierde público

EN HEFEI, China, un público concentrado asiste a "Avatar" de James Cameron; allí el filme fue prohibido a los pocos días de exhibición "por incitar a la violencia" fOTO;fUENTE: Revista Ñ

" El cine 3D parece un comodín que Hollywood pone en juego cada vez que siente que está perdiendo público. Lo usó en los años 50, cuando la tele le restaba espectadores a las salas de cine, y volvió a impulsarlo a fines del siglo pasado, cuando el video amenazó de nuevo con vencer a la pantalla grande. Viví en Berlín cerca de una de estas salas y jamás la habría pisado si un amigo no me hubiera insistido que lo acompañara con terquedad casi infantil. Infantil me parecía el plan de ir a ver cualquier cosa sólo porque estaba en tres dimensiones y más infantil me sentí al ponerme los anteojos, que no eran los cartoncitos de colores que traía la revista Billiken sino unas brutas antiparras que se activaban de forma inalámbrica. Todo muy Disneylandia, ese lugar que, acaso porque nunca me llevaron, siempre me pareció el colmo del tedio. Cual no sería mi sorpresa, pues, cuando de pronto me vi sobre una playa, a orillas de un mar que por poco me mojaba los pies, y al fondo un cohete empezó a despegar y la arena voló hacia mí con tal fuerza que me obligó a cubrirme la cara del susto. ¡Guachiguau! ¡Eso era tridimensional en serio! Con mi amigo habíamos elegido un documental sobre el espacio, calculando que esa sería la forma más verosímil de vivir una experiencia que nunca conoceríamos en tres dimensiones reales, y lo cierto es que el Imax valió cada euro de la abultada entrada que habíamos tenido que pagar para sentirla.

Pero ni siquiera después de este excitante viaje al tipo de diversión que mis padres me negaron de niño creí que esa tecnología fuera a prosperar para el cine en serio (lo mismo que la de las butacas que tiemblan y tiran olor, cosa que me consta que funciona tan bien como el 3D). Entretenido por el dolby sourround y la nueva tecnología digital, pero sobre todo tras comprobar que el VHS no lo había ultimado, el cine pareció olvidar el 3D. Hasta que, ya en nuestro siglo, Hollywood volvió a sentirse amenazado, ahora por el dvd trucho y por Internet. Imaginativa como sus producciones, la paranoica fábrica de los sueños recurrió de nuevo a su más antigua arma. Con una novedad adicional: esta vez el regreso fue con más gloria de la que jamás hubieran imaginado.

Un solo detalle empañó el triunfo taquillero de Avatar, su mala performance en la entrega de los Oscar. Aunque eso no parece haber molestado demasiado a sus productores (el Oscar, como el Nobel, es un gran premio para despreciar... cuando no es uno el que lo gana), el traspié no es menor, y acaso sirva como anuncio de que el 3D (si se vende por el 3D mismo) está condenado una vez más al fracaso. Porque, si bien resulta comprensible que sea difícil no nominar a una de las películas más vistas de la historia, no menos sensata se mostró la Academia al no premiarla más que por sus "efectos visuales" y otras menudencias técnicas. En efecto, Avatar es una película para niños, y aun en ese rubro bastante insulsa, donde el cine se ve reducido a un mero "efecto visual". Ni montado a uno de esos bichos que vuelan y vuelan sobre acantilados y más acantilados se le hubiese caído a Cameron una sola idea interesante para justificar al menos media de las casi tres horas de su bodrio indigenista.

No vi Avatar en 3D ni aun en el cine tradicional, sino en una copia que me prestaron por Internet un montón de amigos que no conozco (y sólo hasta que me quedé dormido). ¡Pero entonces no viste nada!, se ofuscan los que se pusieron los anteojitos para ver ese espectáculo de playstation, donde los personajes no parecen tener peso (ni físico ni de ningún otro tipo). Justamente: si para ver algo hay que dejarse marear por unos anteojitos o asustar por unos parlantes a muy alto volumen, entonces es fuerte la sospecha de que en el fondo no hay nada para ver.

Tampoco con la Alicia de Tim Burton haré una excepción, y no sólo porque en los cines 3D la dan doblada al castellano (significativa elección). Ya bastante me molesta escuchar hasta el ruido de masticación de cada persona sentada a la mesa (¿los técnicos de sonido no entienden la diferencia entre realismo y autoparodia?) como para someterme al vértigo de la narración tridimensionalizada. Yo no me quiero caer con Alicia en el pozo. En todo caso quiero que Alicia me muestre con un gesto cómo es esa caída, y me haga sentir empatía con su situación.

Leo que ya están filmando la primera porno en 3D. Leo también que están saliendo los primeros televisores 3D. Aleluya por ambos. Para experimentar vicariamente una orgía o un partido me parece una tecnología casi tan confiable como para viajar al espacio. Pero al cine no lo va a salvar, ni siquiera al cine de Hollywood. El 3D sólo puede ser beneficioso si se lo consume con moderación, como al alcohol para que la fiesta esté divertida. Personalmente espero que siga rigiendo una ley seca por exceso de costos y que la plata se invierta en buenos guiones y mejores actores, como esos que siguen emocionándonos en blanco y negro, mal iluminados y entre grumos de sonido pastoso."

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