La actriz del Bronx, una de las grandes damas del celuloide, fallece en su domicilio de Nueva York a los 89 años
Lauren Bacall, una viva leyenda que se fue./elmundo,elpais.com |
Lauren Bacall, una de las últimas damas de la edad dorada de
Hollywood y la única que se ganó el corazón de Bogart, ha fallecido a
los 89 años en su domicilio neoyorquino de un posible derrame cerebral a
consecuencia de una embolia. Fue el portal de Internet TMZ quien
adelantaba el miércoles por la mañana el fallecimiento de la inmortal
Flaca de Tener y no tener (Howard Hawks, 1944) que la unió a Humprey Bogart para toda la eternidad del celuloide.
La noticia de la muerte de una de las últimas damas de la edad dorada de Hollywood llegó confirmada por su familia a través de las redes sociales. “Con gran pesar pero con una enorme gratitud por una vida maravillosa, confirmamos la muerte de Lauren Bacall", indicó en un mensaje a cuenta oficial de la entidad que gestiona el legado del actor, con el que se casó en 1945. Apenas 24 horas antes el cadáver de Robin Williams era encontrado en su domicilio de San Francisco por uno de sus asistentes tras haberse colgado con su cinturón. En un día Hollywood ha perdido a uno de los mejores actores cómicos de los últimos años y a uno de los mitos clásicos del cine de todos los tiempos.
Neoyorquina, modelo y actriz, Bacall debutó en Hollywood a los 19 años junto al que sería su esposo en la mencionada cinta de Hawks. Nacida Betty Joan Perske, “una joven judía del Bronx” como se la conoció en la industria coloquialmente mientras desarrollaba sus primeros papeles, enseguida se ganó el corazón de todos gracias a esa frase de dicha película que la inmortalizaría, diciendo eso de “¿Sabes silbar, verdad? Solo pones los labios juntos y soplas”, con esa voz aguardentosa que la caracterizaba, tras mirar a Humprey Bogart para pedirle fuego.
Otros de sus trabajos más conocidos fueron Cayo Largo, El sueño eterno (también de Hawks), Callejón sangriento, Escrito sobre el viento, o, más recientemente El amor tiene dos caras, dirigida por la también actriz Barbra Streisand y por la que obtuvo su única candidatura al Oscar. En la segunda de ellas, quizá la mejor adaptación a la pantalla jamás realizada de una novela de Raymond Chandler, también era Bogart, como el detective Philip Marlowe, su compañero de reparto. También su rol como Vivian Rutledge en ese filme contribuyó a afianzar la imagen de mujer fuerte que le acompañó durante toda su carrera, que jalonan más de 30 películas.
Bacall estuvo casada con Bogart hasta la muerte del intérprete en 1957. Juntos dejaron, además de sus filmes, una de las más conocidas imágenes de protesta de actores contra la caza de brujas del Comité de Actividades Antinorteamericanas del senador Joseph McCarthy.
Posteriormente contrajo matrimonio con el también actor Jason Robards de quien se divorció en 1969. Contaba con tres hijos. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood le concedió un Oscar de honor en 2009 como una de las más legendarias y recordadas intérpretes del Hollywood de oro.
A pesar de mantener siempre una actitud muy reservada en la meca del cine, su estilo marcó a toda una generación desde su primer trabajo en la pantalla. Delgada, amplios labios y con una mirada embriagadora, su imagen permaneció enseguida en el recuerdo creando escuela entre otras actrices. Su romance y posterior matrimonio con el tipo más duro de la pantalla, Humphrey Bogart, fue considerado como una de las historias más románticas de una industria acostumbrada a los amores pasajeros. Un amor trágico que le partió el corazón cuando el cáncer le quitó a su primer marido. Le tomó casi 20 años salir de la sombra de Bogart, algo que hizo gracias a su trabajo teatral primero con la comedia Cactus Flower y luego con musicales como Woman of the Year y Applause, por el que ganó dos premios Tony.
Uno de sus últimos trabajos cinematográficos, la película Birth, causó polémica tras las declaraciones de Bacall contra su compañera de reparto, Nicole Kidman. Realmente no era un ataque contra Kidman sino contra la alegría con la que la prensa acostumbra a llamar leyendas a cualquiera de las estrellas de Hollywood. “¿Qué es una leyenda?”, le espetó a la periodista durante la entrevista. “(Nicole) no puede ser una leyenda. Para ser una leyenda tiene que ser más edad”, dijo la actriz que, a sus 89 años se ganó más que merecida
La noticia de la muerte de una de las últimas damas de la edad dorada de Hollywood llegó confirmada por su familia a través de las redes sociales. “Con gran pesar pero con una enorme gratitud por una vida maravillosa, confirmamos la muerte de Lauren Bacall", indicó en un mensaje a cuenta oficial de la entidad que gestiona el legado del actor, con el que se casó en 1945. Apenas 24 horas antes el cadáver de Robin Williams era encontrado en su domicilio de San Francisco por uno de sus asistentes tras haberse colgado con su cinturón. En un día Hollywood ha perdido a uno de los mejores actores cómicos de los últimos años y a uno de los mitos clásicos del cine de todos los tiempos.
Neoyorquina, modelo y actriz, Bacall debutó en Hollywood a los 19 años junto al que sería su esposo en la mencionada cinta de Hawks. Nacida Betty Joan Perske, “una joven judía del Bronx” como se la conoció en la industria coloquialmente mientras desarrollaba sus primeros papeles, enseguida se ganó el corazón de todos gracias a esa frase de dicha película que la inmortalizaría, diciendo eso de “¿Sabes silbar, verdad? Solo pones los labios juntos y soplas”, con esa voz aguardentosa que la caracterizaba, tras mirar a Humprey Bogart para pedirle fuego.
Otros de sus trabajos más conocidos fueron Cayo Largo, El sueño eterno (también de Hawks), Callejón sangriento, Escrito sobre el viento, o, más recientemente El amor tiene dos caras, dirigida por la también actriz Barbra Streisand y por la que obtuvo su única candidatura al Oscar. En la segunda de ellas, quizá la mejor adaptación a la pantalla jamás realizada de una novela de Raymond Chandler, también era Bogart, como el detective Philip Marlowe, su compañero de reparto. También su rol como Vivian Rutledge en ese filme contribuyó a afianzar la imagen de mujer fuerte que le acompañó durante toda su carrera, que jalonan más de 30 películas.
Bacall estuvo casada con Bogart hasta la muerte del intérprete en 1957. Juntos dejaron, además de sus filmes, una de las más conocidas imágenes de protesta de actores contra la caza de brujas del Comité de Actividades Antinorteamericanas del senador Joseph McCarthy.
Posteriormente contrajo matrimonio con el también actor Jason Robards de quien se divorció en 1969. Contaba con tres hijos. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood le concedió un Oscar de honor en 2009 como una de las más legendarias y recordadas intérpretes del Hollywood de oro.
A pesar de mantener siempre una actitud muy reservada en la meca del cine, su estilo marcó a toda una generación desde su primer trabajo en la pantalla. Delgada, amplios labios y con una mirada embriagadora, su imagen permaneció enseguida en el recuerdo creando escuela entre otras actrices. Su romance y posterior matrimonio con el tipo más duro de la pantalla, Humphrey Bogart, fue considerado como una de las historias más románticas de una industria acostumbrada a los amores pasajeros. Un amor trágico que le partió el corazón cuando el cáncer le quitó a su primer marido. Le tomó casi 20 años salir de la sombra de Bogart, algo que hizo gracias a su trabajo teatral primero con la comedia Cactus Flower y luego con musicales como Woman of the Year y Applause, por el que ganó dos premios Tony.
Uno de sus últimos trabajos cinematográficos, la película Birth, causó polémica tras las declaraciones de Bacall contra su compañera de reparto, Nicole Kidman. Realmente no era un ataque contra Kidman sino contra la alegría con la que la prensa acostumbra a llamar leyendas a cualquiera de las estrellas de Hollywood. “¿Qué es una leyenda?”, le espetó a la periodista durante la entrevista. “(Nicole) no puede ser una leyenda. Para ser una leyenda tiene que ser más edad”, dijo la actriz que, a sus 89 años se ganó más que merecida
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