31/3/12

Fellini en 'Tangentópolis'

Un libro descubre la ambigua y no muy noble vida política del cineasta. Fellini fue íntimo amigo del shakespeariano Giulio Andreotti
Federico Fellini. Director italiano. foto.fuente:elmundo.es

"Federico Fellini fue, aunque no lo pareciera, el más político de los directores italianos", dijo tras su desaparición, Ettore Scola, otro gran maestro del cine italiano. Y es verdad que no, el cine de Fellini nunca entró en la categoría del llamado cine político, ni el director de 'La Dolce Vita' (1960) hizo pública jamás su ideología o amistades dentro de las altas esferas de la política. Sin embargo un libro que acaba de ser publicado en Italia asegura lo contrario y analiza la peculiar y hasta ahora casi desconocida relación epistolar que el director mantuvo durante años con Giulio Andreotti.

"Fellini era el más político de los directores italianos porque trasladaba el discurso político al plano del sueño, la fantasía y el imaginario sin hablar directamente de política", asegura Andrea Minuz, profesor de Historia del Cine en la Universidad La Sapienza de Roma y autor del libro 'Viaje al fin de Italia. Fellini político'. Un ejemplo claro es 'La Dolce Vita', hoy convertida en un símbolo de glamour, frivolidad, moda... pero que en la época fue considerada un filme político "porque era una denuncia contra la modernización y la euforia del milagro económico italiano", y desencadenó una enorme polémica en la época.

Según el centenar de biografías que se han publicado a lo largo de los años sobre el director de '8 y medio' (1963), Fellini se dejaba querer tanto por republicanos como por socialistas. Nunca votó por el Partido Comunista aunque acudiera en primera fila al funeral de Enrico Berlinguer, secretario general del Partido Comunista Italiano, y en 1976 admitió haber votado a la Democracia Cristiana. "Fellini se acercaba a los políticos no por convicciones políticas sino por interés, para defender sus películas de la censura o la publicidad", dice Minuz.

Precisamente fue por culpa de esta última que comenzó una guerra mediática contra Silvio Berlusconi, por entonces empresario de éxito gracias a sus televisiones. A principios de los años 90, 'Il Cavaliere' compró los derechos de emisión de las películas de Fellini y decidió emitirlas con cortes publicitarios gracias a una ley aprobada por el Gobierno de Giulio Andreotti, algo que enfadó terriblemente al director de 'La Strada'. Sin embargo, mientras en los periódicos Fellini atacaba ferozmente el comportamiento del empresario y el Gobierno, en una de las cartas recopiladas en el libro, el director escribe al primer ministro para informarle de que había recibido un regalo de parte de Berlusconi y no sabía como agradecer tanta generosidad. "No sé como podré agradecérselo y quería saber de usted que me recomendaría. Ha sido muy amable"., escribe. "Esto es una muestra de la diferencia entre el comportamiento público y privado del maestro. Algo muy italiano, por otra parte", afirma Minuz.
Las cartas con Il Divo

Quizá ese interés por defender su cine fue lo que le llevó a acercarse a Giulio Andreotti. En 1978 Fellini presenta 'Ensayo de orquesta'. La película levantó una gran polémica y fue duramente criticada por parte de la izquierda. Fue entonces cuando Andreotti, por entonces primer ministro, escribió un artículo defendiendo el filme y alabando a Fellini. Éste le escribió para agradecerle sus palabras y a partir de ese momento comenzó una relación epistolar que se prolongó durante 15 años. "Me escribía y llamaba a menudo y durante mis problemas con la justicia tuve grandes palabras de solidaridad y amistad por su parte", confesó en una ocasión el ex primer ministro italiano.

Con motivo de la entrega del León de Oro en el Festival de Venecia, Fellini escribe a Andreotti que sólo irá a recogerlo si se lo entrega él en persona, algo a lo que finalmente accedió. ¿Pero qué podía ver el maestro del celuloide en un político como Giulio Andreotti para sentir tanta admiración? Para Fellini, Andreotti no era un político más, sino "un pesonaje shakesperiano salido de la corte de Otelo", afirma Minuz. "Se sentía fascinado por la ambigüedad, el poder y el misterio que le rodeaba... decía que tenía los ojos tan pequeños que parecía que viniera de otro planeta".

Andreotti, sin embargo, veía en el director un óptimo producto para exportar. La imagen que Fellini daba al exterior nada tenía que ver con la Italia pobre o corrupta que reflejaba el neorrealismo y el cine político de la época. "Andreotti había entendido que Fellini conseguía decir mucho de la ideología italiana sin hablar de política directamente. Tenia un lenguaje camuflado que es el mismo de Andreotti: saber decir las cosas de modo preciso sin hablar nunca claramente de ellas. En esto eran muy parecidos".

La relación entre ambos se prolongó hasta la muerte del director en 1993. En las cartas se puede leer como ambos sentían una profunda admiración por el otro. Poco antes de su muerte, Fellini le regala una caricatura del político vestido de Papa y le escribe: "Aunque el puesto todavía no está vacante, espero que antes o después, tu puedas realizar tu sueño".

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